Año B- 23o Domingo en tiempo ordinario
31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Todos se maravillaban con mis milagros al darse cuenta del poder de Dios manifestado de manera supernatural. Mas no eran los milagros la razón para mi venida al mundo, estos eran solamente un indicativo para confirmar la palabra de Dios encarnada. Cuantos pasaron desapercibidos ante los portentos celestiales que estaban aconteciendo ante ellos, pues como en todas las generaciones, mucha gente prefería vivir por las leyes de la carne y menospreciaban el llamado de Dios.Mis signos demostraban claramente que Yo era alguien especial, el Mesías que por miles de años habían esperado los Israelitas para su liberación. Mis palabras siempre eran respaldadas por mi poder, puesto que Yo soy la palabra de Dios, aquel que dijo “hágase la luz y la luz fue hecha”. Los poderes divinos continúan manifestándose diariamente, pues mi palabra sostiene la creación por la obra de mi Espíritu Santo. La misericordia divina es paciente y permite que los seres humanos experimenten a Dios a través de su testimonio triple: del Padre a través de la creación, del hijo a través de la redención y del Espíritu Santo a través de la manifestación continua de Dios en cada corazón. Mi palabra no pasa desapercibida para ningún ser humano, Yo hablo constantemente en cada corazón a través de mi Espíritu, toco a la puerta invitando el alma a despertar espiritualmente para que se prepare a través de mis mandamientos a conocerme, amarme y servirme. Dios no necesita de nadie, sin embargo todos necesitan de Dios. Aquel que desea conocerme se acerca a mí y empieza la vida espiritual. Aquel que me ama recibe mi amor y crece espiritualmente en la santidad Aquel que me sirve recibe una recompensa infinitamente mayor a su esfuerzo. Nada existe sin el consentimiento divino, y nada ocurre sin que la Divina Providencia lo permita. El ofrecimiento que Yo hago es para el bien del alma, para el beneficio temporal humano y para la recompensa celestial eterna. Mi gloria es, la humildad y la obediencia de todas las almas que al escuchar mi palabra entienden el valor de mi llamado y me siguen. El milagro del sordo mudo es bastante significativo espiritualmente, pues la mayoría de los seres humanos sufren de sordera espiritual al rechazar mi voz y de mudez al no hablarme, al no reaccionar ante la grandeza divina expresando agradecimiento, fidelidad y alabanza. Tu que recibes estas palabras, “si hoy escuchas mi palabra, no endurezcas tu corazón”. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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