Año B- 34o Domingo en tiempo ordinario
33 Ellos le respondieron: Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Solamente los puros de corazón pueden ver a Dios y solo aquellos que escuchan mi palabra y conocen la verdad se hacen libres.El hombre que conoce a Dios, le ama y le sirve, respondiendo al llamado que Dios le hace a cada alma desde la infancia. Dios es desconocido para los que se apoyan en la razón y el materialismo. Dios es revelado a todos aquellos que con humildad miran hacia arriba aceptando el gran testimonio de la creación cuyo autor Él es. Aquel que acepta la existencia de Dios acepta que en Él vive, se mueve y existe. Mi Padre me ha enviado al mundo, para que todos los que crean en mí tengan la vida eterna. Yo soy la luz del mundo. Este mundo vive en las tinieblas de la ignorancia espiritual debido al pecado. Mi misericordia infinita ha permitido que Yo venga a traer la luz a cada alma para que ésta pueda ver con claridad la realidad de su frágil existencia aquí en la tierra. El ser humano resiste mi espíritu porque se apoya demasiado en la razón y busca siempre el camino fácil. En su propia oscuridad se siente libre cuando en realidad esta apegado a la materia y al gozo temporal de sus sentidos, evita acercarse a mí por temor a comprometer su libertad de pecar pero se amarra espiritualmente con las cadenas del pecado. Yo he venido a romper las cadenas de la esclavitud del pecado, he venido a liberar a todos los seres humanos a través de mi sacrificio en la cruz, he venido a hacerles hijos de Dios y a ofrecerles la libertad que les permite ascender conmigo a mi Reino Celestial. Yo soy el Mesías, el libertador de las almas, el puente hacia la luz eterna, el camino hacia las riquezas celestiales, la esperanza de todos aquellos que comprenden que sin mí están totalmente perdidos. Por esta razón Yo llamo al arrepentimiento, a la conversión, al desapego de las cosas terrenales, al deseo de las virtudes y a las obras que complacen a Dios. Bienaventurados aquellos que atesoran mi palabra y me aceptan como su Señor y Salvador. Bienaventurados aquellos que desean escucharme cada día y recibir mi luz en sus almas. Estos son los llamados que son escogidos, los esclavos del pecado que son liberados, los futuros ciudadanos de mi Reino Celestial. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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