Haced lo que él os diga.

1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino.
4 Jesús le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.
5 Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
7 Les dice Jesús: Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala. Ellos lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
10 y le dice: Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.
11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

En el comienzo de la creación existieron Adán y Eva. Dios estaba complacido con ellos y santificó su unión por medio de su bendición, instituyendo de esta manera la unión entre un hombre y una mujer, la cual es la fundación de la raza humana.

En el comienzo de mi ministerio Yo me complací en bendecir este santo sacramento del matrimonio una vez mas, por mi presencia en las Bodas de Cana, donde yo hice mi primer milagro público.

Dejen que los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos, no los paren en el vientre, no destruyan la vida humana que Dios ama tanto. Yo soy la Vida; Yo me regocijo tanto en el nacimiento de un bebe.

En mi humanidad; Yo me sentía un poco nervioso de comenzar mi ministerio público, el cual consistiría en proclamar mi Palabra, sanar a los enfermos, arrojar fuera demonios, y hacer muchos actos de misericordia para la salvación de los hombres, pero que finalmente me llevaría directo a mi sacrificio en el Calvario. Mi madre sabía esto y me sugirió indirectamente que hiciera algo por esa pareja y al mismo tiempo me dio coraje para cumplir mi misión. Su deseo tocó mi corazón y para demostrar que Yo siempre actuaré ante la petición de mi madre, Yo convertí el agua en vino.

Este primer milagro fue también un testimonio de mi poder como Dios. Fue para demostrar que Yo tengo el poder no solo de cambiar los elementos, pero de perdonar, de dar vida, de levantar lo que ha venido del polvo y de cambiarlo en luz.

Tal como Yo transformé el agua en vino, Yo consagré el pan y el vino para que sean mi cuerpo y mi sangre en el sacramento de su salvación.

No hay nada imposible que Yo no pueda hacer. Confíen en mi, permítanme transformar su existencia material en la realidad espiritual que Yo tengo para ofrecer.

Autor: José de Jesus y María