Porque con la medida con que midáis se os medirá.

27 Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien,
28 bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen.
29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica.
30 A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
31 Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman.
33 Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
34 Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
35 Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos.
36 Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.
37 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.
38 Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

Que estoy pidiendo de ti en las palabras previas? Es acaso imposible pensar de la manera que Yo pienso, amar de la manera que Yo amo y volverse como Yo?

Crees tú que es imposible volverte santo mientras estás aquí en la tierra? Preferirías esperar por una purificación en el fuego después de tu juicio?

Mi querido amigo, toma mis palabras en tu corazón, acepta el desafío que te presento, y descubre el gozo de imitar mis perfecciones. Este es el camino para crecer espiritualmente, el camino de la abnegación, el cual pide que tu humanidad sea restringida para poder permitir que mi divinidad empiece a construir la casa espiritual que albergará mi Presencia y dará bienvenida a mi Sabiduría.

Esto no es difícil, pero solo se puede hacer cuando el corazón está lleno de misericordia. Tu ves, primero que todo tienes que arrepentirte de todos tus pecados y ver tu alma como Yo la veo. Un corazón humilde y contrito no lo rechazaré, me regocijaré por un alma que viene a mí y es digna de recibir los regalos que Yo tengo para dar.

En mi misericordia tú experimentarás mi perdón y desearás que los demás sean perdonados también. La paz reinará en tu corazón cuando aceptes las imperfecciones de los demás, puesto que tu ya no vas a ver con ojos humanos sino con los ojos misericordiosos de Dios.

Tu voluntad será purificada de tus apegamientos y deseos humanos, y todas tus esperanzas serán guiadas por mi sabiduría. De esta manera, tú serás limpiado de tu egoísmo y te volverás generoso, serás asistido para vencer tu orgullo al imitar mi humildad, serás inclinado a hacer el bien a cualquier costo. Sentirás que eres una persona diferente, esto ocurrirá porque te convertirás en un instrumento mío.

Yo te estoy llamando a que seas un perfecto hijo-hija de Dios. Vuélvete como Yo.

Yo soy el Hijo del Dios vivo, el restaurador de las almas. Estoy enseñándote por medio de mi palabra a que seas la persona que Yo quiero que tu seas: un espejo de Cristo, mi discípulo, mi apóstol, un portador de los regalos del Espíritu Santo, los cuales Yo estoy enviando como fuego refinador para purificar la tierra.

Autor: José de Jesus y María