Os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.

1 En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios.
2 Les respondió Jesús: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas?
3 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.
4 O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén?
5 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.
6 Les dijo esta parábola: Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
7 Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?"
8 Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono,
9 por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas."

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

Nada acontece en el mundo a menos que Yo lo permita. El bien y el mal ocurren como parte de mi plan. Hay muchas cosas secretas guardadas en mi voluntad para todos ustedes, Yo puedo traer la fortuna o el desastre porque Yo soy el Ser Supremo en control de toda mi creación.

Sin embargo muchas veces algunos se cuentan como afortunados al costo de aquellos que están sufriendo un revés de fortuna. Esto no significa que unos son mejores que otros y se escapan del poder de la voluntad de Dios; simplemente quiere decir que hay un tiempo para el bien pero también otro para el desastre.

Lo que Yo espero del hombre a quien le está yendo bien en su vida es apreciación por mis regalos. Yo le he dado una vida llena de talentos, así que él tendrá que rendir cuenta de ellos. El hombre que me recuerda y me alaba con agradecimiento es realmente muy afortunado, pues se vuelve mi hijo favorito, y mis bendiciones fluyen diariamente sobre su vida. Cuando llega el desastre, está suficientemente preparado. En contraste, el hombre que se aleja de mí y hace lo que es desagradable ante mi vista, me está desafiando y está pidiendo retribución divina. Cuando llegue el desastre perecerá no solo físicamente sino también espiritualmente.

Cuando Yo empecé a proclamar las Buenas Nuevas de mi Reino Yo llamé a todo el mundo al arrepentimiento, a que se alejen del pecado, a que aprecien la bondad de Dios en sus vidas y a que vengan a Él con un corazón humilde y contrito.

Aquellos que escuchan mi palabra y la cumplen están haciendo exactamente eso; son regalados con la sabiduría de apreciar los regalos de Dios y de alabarle diariamente con un corazón agradecido.
La lección del árbol de higo sirve para enseñarle al hombre acerca del poder de Dios sobre la creación y sobre la debilidad de la humanidad ante el Todo Poderoso. Es también para recordarles de mi Misericordia que espera pacientemente por un cambio de corazón.

Autor: José de Jesus y María