Homilias Católicas - Sermones, reflexiones, inspiraciones y meditaciones de los evangelios. 
Manifestaciones dominicales del Espíritu Santo desde el Sagrado Corazón de Jesús  Después de ocho días, Jesús vino y se paró frente a ellos. Evangelios Católicos, homilías - Mateo, Lucas, Marcos, Juan - Inspiraciones del Espíritu Santo

Año B  -  Tercer Domingo de Pascua

Después de ocho días, Jesús vino y se paró frente a ellos.

Después de ocho días, Jesús vino y se paró frente a ellos. Homilias Católicas - Sermones, reflexiones, inspiraciones y meditaciones de los evangelios - Inspiraciones del Espíritu Santo San Lucas 24: 35 - 48

35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
36 Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con vosotros»
37 Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu.
38 Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?
39 Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo.»
40 Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies.
41 Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?»
42 Ellos le ofrecieron parte de un pez asado.
43 Lo tomó y comió delante de ellos.
44 Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí."»
45 Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras,
46 y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día
47 y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.
48 Vosotros sois testigos de estas cosas.

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

Tercer Domingo de Pascua - Después de ocho días, Jesús vino y se paró frente a ellos. Los discípulos de Emaus estaban comentando sobre su encuentro con Jesús, de como sus corazones ardieron cuando le escuchaban relatar las Sagradas Escrituras y como ellos le habían reconocido en la partición del pan.

Cada vez que escuchamos la Palabra de Dios, o cuando atendemos la Santa Misa, tenemos un encuentro con Jesús, quien es la Palabra de Dios. Normalmente no le damos mucha importancia o simplemente leemos o escuchamos palabras sin meditar profundamente para entrar en lo que el Señor está tratando de decirnos. Talvez porque hemos escuchados las mismas palabras anteriormente.

No paramos a reflexionar en el sentido sobrenatural de las palabras de Jesús, quien nos da la comida para nuestras almas. Talvez estamos muy ocupados para darle honor a Aquel que tiene el poder de cambiar nuestras vidas.

Cuando escuchamos la Palabra de Dios, estamos escuchando la misma Palabra que dijo "hágase la luz", y la luz fue hecha. Estamos escuchándole a Aquel quien tiene el poder de crear, moldear, sostener, amar y proteger.

Jesús se apareció de nuevo a los discípulos y a los apóstoles, ellos estaban muy sorprendidos de ver a alguien que había muerto, y que ahora estaba vivo, ellos no estaban seguros si El era real o tan solo una visión, por esto es que Jesús les mostró las manos y los pies que habían sido perforados, El les invitó a que le tocaran, creyeran en El y verdaderamente les confirmó que El era muy real al pedirles algo para comer.

La razón por la cual ellos no le reconocieron y dudaron, es porque Jesús se les apareció en su cuerpo glorificado, y aunque era El, ellos no le habían puesto suficiente atención a las escrituras que hablaban de sus sufrimientos y muerte y de que el resucitaría de los muertos. Jesús regresó para confirmar todo eso y para reasegurarles de que El estaba aún con ellos.

Dios es Espíritu, Jesús está todavía presente con nosotros en su Santa Palabra y también sacramentalmente. El nos invita a ponderar su palabra y a venir a El, a tocarle, a creer en El y a poner toda nuestra confianza en El, aunque nosotros solo le podemos ver a través de los ojos de nuestra fe. El le dijo a los discípulos y a los apóstoles que el arrepentimiento y el perdón de los pecados deberían de ser predicados en su nombre a todas las naciones, empezando por Jerusalén.

Cuando escuchamos la Palabra de Dios y entendemos su urgencia, El Espíritu Santo inflama nuestros corazones con deseo ardiente de trasmitir nuestra fe.

Hay algunos quienes todavía no le dan suficiente crédito a la Palabra de Dios, otros aman la Palabra de Dios pero no pueden reconocerle en la partición del pan. Jesús está verdaderamente presente en la partición del pan, cuando el sacerdote ungido dice las palabras de la consagración y parte el pan en el altar.

Que tan afortunados somos, Dios está con nosotros, Emmanuel.

Autor: José de Jesus y María

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