Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:
10 Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.
12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias."
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!"
14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

El hombre justo peca siete veces al día y luego se levanta (Prov. 24:16) Y de veras, ¿quien puede llamarse justo a sí mismo? ¿Quién se puede llamarse santo si tan solo hay uno que es santo? San Pablo dice en Filipenses 2:12 que ustedes tienen que trabajar su salvación con miedo y temblor. Él les está exhortando a la humildad.

Por eso, recuerden que solo hay Uno que da la Ley y juzga, Uno que puede salvar o destruir, y que ustedes no deberían justificarse a sí mismos ni juzgar a los demás (Santiago 4:12) Déjenme ser El Juez, sean justificados por su fe en mí, el Hijo del Dios verdadero.

Yo soy la luz del mundo. Yo puedo ver el corazón y la mente, Yo puedo leer los pensamientos secretos de todas las criaturas, nada está escondido para mí, puesto que Yo puedo estar en todas partes. Si alguien quiere seguirme, tiene que aprender de mí, puesto que Yo soy manso y humilde de corazón. Yo me hice pequeño para que ustedes aprendieran esa primera lección mía. Humildad es lo que Yo enseñé en mi vida como ser humano, por mi pobreza y mi ejemplo.

Si alguien quiere impresionarme, tiene que renunciarse a sí mismo, en otras palabras tiene que descartar su propia opinión y humildemente aceptar mi juicio. Aquel que me entrega su vida no espera recompensa por sus acciones, puesto que está haciendo todo lo que es bueno para complacerme. Su trabajo se volverá mi trabajo, y todas sus buenas acciones serán los trabajos de mi espíritu. El ya no vive mas para sí mismo sino para mí, no tiene que atraer mi atención, puesto que ya vive en mi presencia.

Yo seré su protector, le mantendré alerta cuando llegue la tentación. Si peca, podrá humillarse a sí mismo y obtener mi perdón, mi gracia siempre le bendecirá y lo que me ofrezca será el objeto de mi placer. Cuando venga la adversidad a su vida él pondrá toda su confianza en mí y Yo le rescataré de su aflicción. Él vivirá para mí y Yo estaré siempre con él.

Por otra parte, el hombre que se justifica a sí mismo, ya está rechazando mi juicio, está parado solo, puesto que piensa que es tan fuerte, finalmente se caerá y su orgullo le hará muy difícil venir a mi Misericordia.

Yo resistiré a los orgullosos hasta que se vuelvan humildes. Pero los humildes siempre encontrarán un a bienvenida aseguradora en el amor de mi corazón.

Autor: José de Jesus y María