Prepara el camino para el Señor.

1 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene;
2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados,
4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas;
5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos.
6 Y todos verán la salvación de Dios.

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

Yo envié a todos los profetas con el mensaje del arrepentimiento, Juan Bautista fue enviado con una misión especial, la de preparar el camino para el Salvador. Yo ya estaba en el mundo y mi momento se aproximaba para empezar mi misión redentora. Juan recibió el espíritu de coraje para hablarle a las multitudes de la época y para exhortarles al bautismo de conversión para el perdón de los pecados.

Como el ultimo de los profetas, su trabajo fue muy importante puesto que él abrió el camino para mi llegada anunciando la venida del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Su bautismo fue un bautismo de arrepentimiento que era indispensable para mi llegada al pueblo Judío, el cual encontró su perfección con el nuevo bautismo hecho en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El arrepentimiento es la puerta que se abre para permitir mi visita a cualquier alma. Yo tengo mi trono en lo mas alto de los Cielos, rodeado de majestad, gloria y esplendor pero mi morada en la tierra es perfecta en un corazón humilde y contrito.

En el bautismo el alma se cubre de mi luz y recibe el perdón de sus pecados, abre la puerta para mi presencia y se entrega para cooperar con mi ley de amor que le garantiza la salvación.

Todo aquel que recibe la palabra de Dios es llamado profeta, su misión al igual que la de Juan Bautista es la de preparar el camino para mi venida.

Bienaventurados aquellos que trabajan para mi reino y con su instrucción se vuelven instrumentos de mi palabra abriendo la puerta para mi venida. Estos son mis pequeños profetas que luchan por acabar la oscuridad de este mundo trayendo mi luz. Al igual que los mártires, estas almas sufren por causa de mi Reino y con sus esfuerzos consiguen que llegue el arrepentimiento a todos aquellos que lo necesitan, preparando así el camino para el Señor.

Todo bautizado tiene el deber de proclamar la Buena Noticia del Reino de los cielos a través de su fe, su ejemplo y sus palabras. Todo ser humano es un templo de mi Espíritu. Muchos templos se encuentran sellados, llenos de frió y oscuridad, deben ser abiertos para permitir mi Salvación a través de la luz y el fuego del Espíritu Santo.

Autor: José de Jesus y María