Juan vió y creyó.

1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro.
2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»
3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro.
4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
5 Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró.
6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo,
7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte.
8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó,
9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.

Mis apóstoles estaban totalmente agobiados por causa de mi muerte, estaban desolados, sin coraje y muy confusos. Su fe estaba debilitada.

María Magdalena era una mujer pecadora quien se arrepintió y no volvió a pecar, ella acompañó a mi Madre y a Juan querido discípulo por todo el camino al Calvario. Ella fue la primera seguidora digna de recompensa acerca del conocimiento de mi Resurrección.

Cuando Pedro y Juan entraron a la tumba, Juan fue el primero en recordar mis palabras y creer que yo había resucitado de los muertos.

Existen grandes recompensas espirituales preparadas para todos aquellos que se arrepienten y no vuelven al pecado. Cuando ellos me acompañan al Calvario a través de sus meditaciones, acompañan también a mi madre en esos momentos espirituales cuando yo le entregué mi vida a mi Padre para la Salvación de toda la humanidad. Ellos miran al que han traspasado para el perdón de sus pecados. Ellos se unen conmigo en mi sacrificio y toman parte en mi trabajo de redención, de esta forma se vuelven co redentores, rezándole conmigo al Padre: “Padre perdónales, porque no saben lo que hacen.”

La Santa Misa es la cima de todas las devociones Cristianas, la oración más poderosa, porque es una reconstrucción de mi Pasión y muerte. Yo me vuelvo verdaderamente carne y sangre en el altar sacramental. A menos que coman de mi carne y beban de mi sangre, no hay vida en ustedes. Si creen en mí, si le dan crédito a mis palabras, Yo les levantaré en el último día.

Mi Resurrección es mi gran victoria sobre Satanás, el Pecado y la Muerte. Es el día cuando la Luz venció la oscuridad, la Gracia venció el pecado y la Vida venció la muerte. La Divina Misericordia abrió sus puertas al mundo para facilitar la Salvación de todos aquellos que creen en mí; el Hijos del Dios Vivo, El Salvador del mundo.

En el día de la Resurrección yo deshice la maldición dada en el Paraíso, “Eres polvo y al polvo tienes que volver.”

Yo soy la Resurrección y la Vida. Si tu crees en Mí, aun cuando tu mueras, tu vivirás para siempre.

Autor: José de Jesus y María