El Trabajo de Dios

Encuentro con Jesus 18 - Dios el Hijo, segunda persona de la Trinidad

Encuentro con Jesus 18 - Dios el Hijo, segunda persona de la Trinidad

Autor: José de Jesús y María
Encuentro con Jesus 18 - Dios el Hijo, segunda persona de la Trinidad

Encuentro con Jesús 18


Una vez más estamos reunidos con el Señor en este espacio bajo la dirección espiritual del Obispo Carlos Arturo Quintero Gómez.

Les habla José Belmore Arias en compañía de mi esposa Ofelia Correa. Encuentro número 18.

Gracias Señor por darnos esta oportunidad para reunirnos en tu nombre y hablar lo que el Espíritu nos llama a hablar de ti.

En el Santo Nombre de Jesús nos reunimos para abrir el corazón y llenarnos de Dios. Invocamos el Espíritu Santo para que nos llene de su Gracia y nos permita tener esta renovación espiritual durante este breve Encuentro con Jesús.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Humildemente nos acercamos a papito Dios como infantes en el Espíritu, de la mano de la Santísima Virgen María. Hoy vamos a hacer alabanza, agradecimiento, adoración, vamos a leer el Evangelio y recibir tu palabra. Hoy como tema escogido, hablaremos sobre Jesús, Dios el Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad y concluiremos con una oración de Liberación y Sanación.

Perdónanos Señor

Fue nuestro pecado Señor Jesús, el que te hizo bajar del Cielo a perdonarnos muriendo en la cruz. Perdónanos Señor.

Le haz dado al hombre un tiempo para pecar, pero también en tu gracia un tiempo para arrepentirse y para recibir tu misericordia.

Te damos gracias Señor Jesús, porque tú eres el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y tú no desprecias el pecador que se te acerca con un corazón humillado y contrito.

Siento dolor de haberte ofendido, mi pecado me humilla y me hace r venir a ti para implorar tu misericordia y para experimentar el regalo de la paz, que es el fruto de nuestra reconciliación.

Tú nos limpias del pecado para que nos podamos acercar al Padre Celestial con confianza como verdaderos hijos engendrados en tu alma. Gracias Señor Jesús.

Alabemos al Señor

Eres digno de Alabanza, agradecimiento y adoración Señor, porque tu lo haz hecho todo para el hombre y también para tu placer y tu gloria.

Contemplamos tu grandeza Señor cuando abrimos los ojos y vemos el mundo a nuestro alrededor, cuando miramos hacia dentro y meditamos en el misterio de la vida.

Tus obras cantan alabanza continua, porque no hay otro dios, no hay ningún otro ser que haya podido crear. Solo tú Señor, eres creador y eres también nuestro salvador y nuestro santificador.

Tus perfecciones son infinitas, tus divinos atributos nos llaman a contemplar tu divinidad y darnos cuenta de que no somos nada ante ti y por eso te damos gracias y te glorificamos, Señor, tú eres maravilloso.

La naturaleza nos muestra su rostro diariamente llamándonos a admirar toda esa belleza desde los átomos hasta las galaxias, son hermosos los cielos, las nubes, las montañas, los lagos, los ríos, los árboles las flores, los animales, los insectos, los peces y por encima de toda creación le has dado belleza a tus hijos los seres humanos, hechos en imagen y semejanza tuya.

Demos gracias al Señor

Gracias Señor por este nuevo día que estamos viviendo, una oportunidad más para conocerte, amarte y glorificarte.

Gracias Señor por tener fe en mí aunque yo te falle, gracias Señor por apostarlo todo y entregar tu vida en la cruz por mí para que yo pudiera tener la vida eterna. Gracias por tu confianza en mí, aunque a veces yo haya puesto la confianza en otros seres humanos o en mi propia fortaleza.

Gracias Señor por amarme tanto, aunque a veces yo no le he respondido a ese amor tan grande.
Gracias Señor por todo el amor que experimento a mi alrededor, en mi familia, en mis seres queridos, gracias Señor por permitirme encontrar personas llenas de amor que me enseñan a amarte.

Gracias Señor por todas las oraciones respondidas, por todos los regalos que recibimos diariamente de ti. Gracias Señor por todas aquellas cosas por las cuales he olvidado darte gracias.

Y llegará la eternidad y nunca podremos darte suficientes gracias por todo lo que haz hecho y harás por nosotros.
Gracias Señor.

Adoremos al Señor

Fuego de Amor Divino, arde en nuestros corazones para poder adorarte en Espíritu y en Verdad.

Los ángeles existen para servirte y adorarte, pero nosotros los seres humanos existimos para ofenderte y alejarnos de ti.

Que gracia tan hermosa es poder sentir ese deseo de adorarte, el cual sobrepasa la oración, la meditación y la contemplación. Es el fervor que arde dentro de nuestro corazón, el cual arde con fuego ardiente del Espíritu Santo que nos mueve a adorarte.

La adoración es esa hoguera que nunca se apaga y se alimenta del fuego del amor divino, por eso Señor venimos a adorarte.

Te adoramos en lo más alto de alto, en tu trono celestial lleno de luz, majestad y gloria, te adoramos con la Virgen María, los ángeles y los santos, te adoramos en el Inmaculado Corazón de María, el trono de la Santísima Trinidad, donde reinas con la Divina Voluntad Padre Santo, donde reinas con tu Divina Palabra Señor Jesús, donde reinas con el Amor del Padre y del Hijo Espíritu Santo.

Te adoramos Señor en la vida, en todo lo bueno, en los sacramentos de la Iglesia, en toda hostia consagrada, en la Santa Misa y en el Santísimo Sacramento del Altar.

Bendito, y alabado, y adorado seas Señor Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en el Santísimo Sacramento del Altar.

Invocación del Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, Inspiración Divina que nos llamas al Amor
Ven Espíritu Santo, ven, Dios invisible que no paras de actuar en nosotros, inclinándonos a conocerte y amarte.

Ven Espíritu Santo, ven, Dios cariñoso que nos visitas diariamente, dándonos inspiraciones para que mantengamos en el camino de la Salvación.

Ven Espíritu Santo, ven, llena los corazones de todos los que te invocamos con sinceridad.
Ven Espíritu Santo, ven, haz tu trono en nuestro corazón, llena estos templos que Dios ha hecho para su Gloria.

Ven Espíritu Santo, ven, disipa toda oscuridad con tu luz, saca todo resentimiento y llénanos de perdón, saca toda lujuria y llénanos de pureza, saca toda envidia y llénanos de caridad, saca toda injusticia y llénanos de la Justicia, saca toda mentira y llénanos de la verdad, saca todo materialismo y espiritualiza nuestra vida.

Ven Espíritu Santo, ven, reina en nuestro corazón con el Padre y el Hijo.

Ven Espíritu Santo, ven, reina también en nosotros con la Virgen María tu amadísima esposa.

Palabra de Dios - Lectura del santo evangelio según san Lucas, Capítulo 6: versículos 27 al 38


Evangelio explicado por Jesús

Sobre la Virgen María

Virgen María, madrecita santa, que tan grande eres, pues sin ti no tendríamos a Jesús nuestro Salvador.

Tú viniste al mundo como la aurora resplandeciente de tu hijo, el Sol de la Justicia, tus rayos vinieron a traer la esperanza y siguen siendo como la luz de la luna que nos recuerda que eres iluminada por el Sol.

Tú eres la madre de la Gracia, tú concibes a Jesús en nuestros corazones y como la Nueva Eva eres Madre de todos los hijos de Dios, concebidos en tu vientre espiritual. Tu nos has dado esa realidad de la cual habla Jesús a Nicodemo, pues en ti nacemos de nuevo en el Agua de la Gracia y en el Espíritu Santo tu Divino Esposo, en ti nacemos de lo alto, y dejamos de ser criaturas del barro para convertirnos en hijos de Dios.

Siendo la Madre de la nueva creación de la Gracia de Dios, tú has recibido de Dios el Padre ese amor maternal divino que solo tu puedes darnos, amor que tuviste con tu Hijo Jesús y que continúa en cada uno de nosotros.

Somos tus hijos, concebidos con el dolor de la pasión y muerte de Jesús en la cruz y con el traspaso de la lanza que no le causó dolor a Jesús pero si a ti Madre Dolorosa, cuyas lágrimas consiguen todo para nosotros de la Voluntad de Dios.

Madrecita Santa, nos encomendamos totalmente a ti, te entregamos nuestra vida, lo que tenemos y lo que somos, protégenos y guárdanos fielmente en tu Inmaculado Corazón. Que tu luz nos envuelva y nos esconda del enemigo.

Oh Madre de Jesús y Madre nuestra, intercede por nosotros.

Jesús Eucaristía

Sin la comida, todo ser perece, pues Dios lo ha creado con esa necesidad. Gracias Señor Jesús por morir, para renacer en nosotros como pan de la vida.

Gracias Señor Jesús Eucaristía, maná celestial divino y eterno, comida de las almas y pan de los ángeles, alimento necesario para nuestra existencia, gracia de Dios que nos reconforta en el Sacramento servido en la mesa de la Salvación, el altar de tu inmolación de donde fluye la sangre que le da vida a tu cuerpo místico la Iglesia.

Bendito seas Cordero de Dios, tú que naciste para morir por la humanidad, tú que voluntariamente entregaste tu vida en la cruz, sacrificándote por nosotros ante el Padre Celestial, ofreciendo tu vida para que fuera nuestra vida eterna.

Gracias Señor Jesús, porque nos diste el Sacerdocio, para encontrarte con nosotros personalmente e íntimamente en todos los sacramentos de la Iglesia. Gracias por darnos el Sacramento de la Reconciliación en el cual tú nos perdonas nuestros pecados a través del Sacerdote, para hacernos dignos de recibirte como comida celestial en la Eucaristía.

Tema de este día - Jesús - Dios el Hijo

Señor Jesús, tú eres el Dios invisible que se hizo visible para revelarnos la grandeza del Padre y para sacarnos de la esclavitud del pecado.

Dios siendo Trinidad, es en la segunda persona Dios el Hijo, la Palabra de Dios, el Verbo Eterno, la Gracia de Dios que descendió a salvarnos.

Y puesto que Dios el Hijo es Espíritu puro unido al Padre por toda la eternidad, es esa Palabra Eterna que se encarnó en el vientre de la Santísima Virgen María para volverse verdadero hombre y a la vez estar con nosotros como Dios verdadero, para dejar esa palabra viva de su evangelio con nosotros y para sufrir por nuestros pecados como el cordero de Dios que aplaca la Justicia Divina y nos da la Salvación.

Jesús es el Dios Todo poderoso que decretó: hágase la luz y la luz fue hecha, igualmente decreto todo lo que ha sido creado y continua siendo ese espíritu de la Palabra del Padre que decreta la Voluntad Divina.

Jesús es la resurrección y la vida, esa vida que existe en nosotros y que Él desea llevar a la vida eterna.
Jesús vino a salvarnos, nos dio su ejemplo como modelo perfecto a seguir, nos enseñó su sabiduría a través de los evangelios, nos enseño a amarnos los unos a los otros como él nos ha amado, esto es, dando su vida por nosotros. Nos enseña a ser sacrificios vivientes de amor, en los cuales nos entregamos a Dios el Padre y damos nuestra vida por nuestros hermanos a través de nuestras buenas obras, oraciones, caridad, perdón, entendimiento, solidaridad y reparación.

Jesús vino a desamarrar el hombre viejo del antiguo testamento que era esclavo de la ley, la cual había distorsionada y nunca pudo cumplir.

Jesús nos propone la ley del Amor, en la cual no somos salvados por nuestras obras sino por la fe en el Hijo de Dios, enviado por el Padre para que creamos en Él y encontremos el camino, la verdad y la vida que nos lleva de regreso al Padre Celestial.

Jesús demostró que Él era el Hijo de Dios, lo cual hizo a través de sus milagros. Jesús nos llama a caminar el camino estrecho de la Salvación.

Jesús nos ama y desea que nosotros le amemos también, Él desea reinar en nuestro corazón, desea que entronicemos la Santísima Trinidad, esto es la Voluntad del Padre, la Palabra del Hijo y el Amor del Espíritu Santo.
Jesús es el puente entre Dios y la Humanidad, entre el Espíritu y la materia, Él desea levantarnos del barro y del fango del pecado a su Espíritu, del pecado a la Gracia, del error a la verdad, de la duda a la fe, de la oscuridad a la luz y de la muerte a la Vida Eterna.

Jesús es nuestro Señor, Dios, Rey y Salvador, la expresión pura del amor de Dios el Padre que tanto nos ama; el esplendor d e la Divinidad del Dios invisible que se ha hecho visible en el Hijo.

El que ama a Jesús, ama al Padre, pues le corresponde al Amor de Dios misericordioso y generoso que nunca nos falla.

Amar a Jesús es cumplir los mandamientos, y los mandamientos nos llaman a vivir en el amor de Dios.
El Trabajo de Jesús es llevarnos al Padre, por eso Jesús nos reveló que Dios es nuestro Padre y nos enseñó la oración del Padre Nuestro.

Cuando rezamos el Padre Nuestro nos unimos a Jesús para adorar al Padre y pedirle nuestras necesidades y su perdón.

La Gloria de Jesús es vivir en nuestro corazón y ser totalmente suyo, poder decir como San Pablo, “no soy yo quien vive, es Cristo que vive en mí.”

Oh Jesús, hijo del Padre Eterno, hijo de la Santísima Virgen María, ven reina en nuestros corazones, quédate con nosotros, santifica nuestra vida, bendito seas Señor Jesús .

Oración de sanación

Señor Jesús, tu eres la sanación de nuestras almas. Pues por tus santas llagas son sanadas las llagas de nuestras almas.

Bendito seas Señor Jesús, medicina celestial de las almas. Tu Sagrada Humanidad fue profanada y destrozada, pero así fue como tú absorbiste el pecado de la humanidad y así pagaste por los pecados cometidos desde nuestros primeros padres. Derramaste tu Preciosísima Sangre sobre la tierra y bañaste la cruz para purificarnos, ya que somos criaturas del barro y no s diste la cruz para recordarnos que allí entregaste tu vida para nuestro bien.

En tu cuerpo crucificado llevaste todas las almas, porque tú las engendraste en tu alma y por eso tu sacrificio es un sacrificio personal para cada uno de nosotros, eres nuestro Dios y Salvador personal.
Humildemente nos presentamos ante ti, para pedirte que nos limpies de todo pecado, de toda mancha de culpa y para que restaures nuestras almas y nos lleves a la vida eterna.

Tú siendo Dios nos amas misericordiosamente y deseas nuestra sanación interior para poder actuar en nuestras vidas.

Entra entonces en nosotros, perdónanos todos nuestros pecados desde nuestra infancia. Pasa con tu preciosa sangre sanando todo momento desde nuestra concepción en el vientre de nuestras madres, pasa limpiando, purificando, liberándonos de cualquier atadura directa o indirecta, talvez causada por miembros de nuestra familia, tu lo ves todo con tu luz, entra sacando toda la oscuridad que hay en nosotros, rompe cualquier cadena o atadura que tengamos con el demonio, por el poder de tu Santo Nombre saca de nuestra vida los demonios que nos persiguen. Arrebátale todas las almas al enemigo y triunfa sobre él en cada uno de nosotros.

No tenemos mucho que ofrecerte Señor, pero te ofrecemos nuestro corazón y te pedimos por las lágrimas de tu madrecita santa, que escuches nuestra oración. Sánanos Señor del cuerpo, la mente y el alma; recibe también nuestras necesidades y ayúdanos, coloca nuestra vida en tus santas llagas, sangre, agua, dolores, lágrimas y angustias, y las de la santísima Virgen María.

Por tus santas llagas somos sanados, confiamos en tu misericordia. Señor encárgate de todo.


Que Dios te bendiga por haber participado en nuestro Encuentro con Jesús, gracias por acompañarnos.
Como esfuerzo de evangelización, participa este programa, cuéntale a tus familiares, a tus amigos. Dios debe ser conocido, amado y glorificado. Participa de nuestro Apostolado El Trabajo de Dios, propagando este mensaje en los medios sociales.

Que el Señor nos bendiga y nos guarde, que nos purifique en su luz y su Gracia, que nos muestre su rostro, nos de la santidad y nos llene de la Paz.
Amén.

Terminamos con la bendición del Padre Rigoberto Rivera de la Catedral de Armenia Quindío.
Buenos días me da muchísima alegría hoy sábado primero de cuaresma darles un saludo muy cariñoso un saludo muy cuaresmal a todos los oyentes de la voz de la esperanza. Empezando por mi amigo Everardo y José Belmore. A todos un cordial abrazo, Yo soy el padre Rigoberto Rivera Raygoza que hace 6 meses he estado trabajando acá en la parroquia la catedral y ya dentro de unos pocos días tengo que desplazarme a otra parroquia, a la parroquia de San Juan Bosco en Bosques de Pinares. Voy a continuar allá, y desde allá también los puedo saludar, puedo orar por ustedes. Que el espíritu del Señor les abra el corazón. Que el Señor siempre los acompañe y la bendición: Dios Todopoderoso Padre Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos ustedes y que perseveren sintonizando la voz de la Esperanza

Encuentro con Jesús 18


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