Espíritu Santo - Milagros - Poder de lo Alto

Espíritu Santo - Milagros - Poder de lo Alto - ¿Quien es el Espíritu Santo?

¿Quien es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, es Dios. Es Su poderosa acción que llena la creación con Amor y Vida. Es la existencia misma. Le conocemos a Él como la Tercera Persona de la Santísima Trinidad.
Cuando examinamos los atributos de Dios, Quien es Uno, podemos decir que Dios el Padre es el Absoluto Poder y Voluntad, Dios el Hijo es Su Palabra y comando, Dios el Espíritu Santo es la acción de Dios que es Amor.
El Espíritu Santo es el fuego del Amor Divino que viene a tocarnos y refinarnos en un ardiente deseo de poseer a Dios. Nos da una pasión por Dios, destruye todas las afecciones terrenales porque nos abre los ojos espirituales para ver que tan precioso es Dios.
El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios el Padre y de Dios el Hijo, y nos mueve a decir “Abba” que quiere decir “papi” y como los hijos de Dios venimos a confiar en Dios mas que antes, también nos mueve a aceptar a Cristo en nuestras vidas como modelo, camino, verdad y vida.
El fuego del Espíritu Santo enciende la pequeña llama de Amor que hay en cada corazón, levanta el alma a volar en la libertad de Dios, alimenta el alma con la comida del Cielo, da coraje para vencer todas las debilidades humanas, nos concede total confianza en Dios para que podamos decir con San Pablo, no soy mas Yo quien vive, es Cristo quien vive en mí (Gálatas 2:20).
El Espíritu Santo no es visible a nuestros ojos, pero podemos sentir Su Presencia dentro de nosotros, Él concede Paz, Amor y Gozo a nuestros corazones y por Su acción aprendemos a reconocerle.
Nadie puede decir que Jesús es Señor, a menos que sea movido por el Espíritu Santo (1 Corintios 12:3). De manera que el Espíritu vive en cada uno que reconoce que Jesús es Señor, pero no garantiza necesariamente que esa persona sea santa, solamente activa su fe con esa convicción, por esto es que necesitamos una guía continua del Espíritu Santo para obtener la santidad. Debemos de nacer del Espíritu para volvernos Espíritu, y debemos dejar que Él venga como una brisa suave para que doble nuestra voluntad a Sus inspiraciones santas (Juan 3:8).
Lo que nace de la carne es carne, pero lo que nace del Espíritu es Espíritu (Juan 3:6), así es que en el Bautismo nacemos del Espíritu y somos desafiados a probar que somos Espíritu.
Como templos del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16) debemos comportarnos con la debida reverencia a Dios que vive en nosotros, para que podamos volvernos como Él. Pero el problema es que a través del pecado nos volvemos templos del espíritu maligno y despreciamos a Dios.
Para poder tener la experiencia del Amor del Espíritu Santo y volvernos Hijos de Dios, no debemos pecar (1 Juan 3:9).
El Espíritu Santo nos enseñará lo que necesitamos decir, Él revela la Sabiduría de Dios, porque revela las enseñanzas de la Palabra de Dios en nuestros corazones, también es descrito como el Consolador y Abogado o Paráclito (Juan 14:26)
Nadie se puede volver santo por si mismo, así que necesita la influencia del Espíritu Santo. Él es como una paloma gentil que se asusta al menor movimiento de pecado. Esto hace que tengamos que ser muy gentiles en la Presencia de Dios, Quien se ha condescendido en venir a vivir en nosotros.
Tenemos que negarnos a si mismos la influencia de nuestro espíritu humano para poder permitir al Espíritu de Dios que asuma control de nuestras vidas, esto solo se consigue con una vida de oración y desapego. Debemos entregarnos humildemente al Poderoso Espíritu Santo para poder corresponderle a Su Gracia. Debemos tomar una decisión para llevar una vida interior donde renunciamos nuestro juicio privado y la luz de la razón a cambio de la Luz de Dios que viene solamente a través de la fe. Solamente a través de esta completa aniquilación del Yo, podemos permitir que el Espíritu de Dios nos posea; pensar de otra manera es solo presunción, porque nuestro orgullo siempre deseará alabanza para nuestras obras, pero el Trabajo de Dios en nuestras almas es el único camino que nos hace santos.
El hombre espiritual es también llamado un hombre de Dios, porque verdaderamente le pertenece a Dios, no busca recompensas personales, no resiste la Voluntad de Dios auque le traiga luchas, tentaciones, contradicciones o humillaciones. Dios conoce mejor, por eso el hombre de Dios se entrega completamente a Él como Job. Cualquiera de los regalos temporales son para la Alabanza y Gloria de Dios no para la nuestra, cuando el Señor retire cualquier regalo material o espiritual, el dichosamente aceptará la Voluntad de Dios.
(Job 1:20-22)
20 Entonces Job se levantó, y rasgó sus vestiduras, y después de haberse afeitado su cabeza se tiró al suelo y adoró,
21 Y dijo: desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo regresaré: El Señor me dio, y el Señor me ha quitado todo: y esto le ha complacido al Señor y así se hecho: “bendito sea el nombre del Señor”
22 En todas estas cosas, Job no pecó con sus labios, ni habló ninguna cosa necia en contra de Dios.. Vivirá su vida en imitación de Cristo quien siempre se entregó a la Voluntad de Su Padre Celestial.
El hombre espiritual vivirá su vida en imitación de Cristo quien siempre se entregó a la Voluntad de Su Padre Celestial. (Lucas 22:42) Padre, si tu lo deseas, quítame esta copa. Sin embargo que no se haga mi voluntad sino la tuya.

Autor: José de Jesús y María ©

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