Espíritu Santo - Milagros - Poder de lo Alto

Espíritu Santo - Milagros - Poder de lo Alto - Promesas del Espíritu Santo

Promesas del Espíritu Santo

Dios vio nuestra necesidad de tener Su Espíritu Santo, de otra manera estaríamos perdidos. Por esta razón Él hizo una promesa en el Antiguo Testamento la cual fe cumplida con la venida de Cristo, el habló a través de diferentes profetas como sigue:
Antiguo Testamento
Ezequiel 36:23-28 | El espíritu Santo se posará sobre Jesús hijo de David
Nuevo Testamento
 
Ezequiel 36:23-28
23 Y santificaré mi gran nombre, el cual fue profanado entre los gentiles, el cual ustedes han profanado en medio de ellos: para que los gentiles puedan conocer que Yo soy El Señor, oráculo del Señor, cuando yo sea santificado ante sus ojos.
24 Porque los sacaré de entre los gentiles, y los recogeré de todas las naciones, y los traeré a su propia tierra.
25 Y derramaré sobre ustedes agua limpia, y serán limpiados de toda su suciedad, y yo los limpiaré de todos sus ídolos.
26 Y les daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes: y les sacaré los corazones de piedra, y les daré un corazón de carne.
 27 Y les pondré mi espíritu en medio de ustedes: y causaré que caminen en mis mandamientos, y cumplan mis juicios, y los hagan.
28 Y ustedes vivirán en la tierra que Yo le di a sus padres, y serán mi gente, y Yo seré su Dios.
Examinemos este pasaje:
Santificaré mi gran nombre
Jesús vino a revelar en si mismo el esplendor del Padre, la imagen del Dios invisible y el poder de Su Santo Nombre. [Filipenses 2:10-11]. Así que nosotros deberíamos de doblar nuestra rodilla a la mención del santo nombre de Jesús, porque es solamente a través del poder de Su nombre que nosotros podemos ser salvados [Hechos 4:12]. Jesús también nos enseño a rezarle nuestro Padre en el cielo diciendo “Santificado sea tu Nombre” (mateo 6:9)
Los sacaré de en medio de los Gentiles
Los gentiles eran considerados paganos o gente sin Dios, mientras que los Israelitas eran el pueblo escogido de Dios. La salvación es ofrecida a todo aquel que acepte a Cristo como su Salvador y Señor, el Espíritu Santo es para todos [Romanos 16:25-27].
Derramaré agua limpia sobre ustedes
Juan Bautista vino bautizando con agua, pero Cristo bautiza con Agua Viviente y con el Fuego del Espíritu Santo [Mateo 3:11]. En las aguas del Bautismo venimos a conocer a Cristo, somos sumergidos en el agua purificante del Espíritu Santo, agua que salió del costado de Cristo. Recibimos el fuego del Espíritu Santo que es una chispa de la divinidad, la gracia santificante que nos guiará a la Salvación (Juan 3:5).
Les daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes
Jesús murió por nuestros pecados, dando su vida a cambio de la nuestra, Él extendió este regalo haciéndolo un sacrificio perpetuo (Mateo 26:26-28)
Tomen y coman; este es mi cuerpo. Tomen y beban, esta es mi sangre.
Sangre de la alianza que será derramada para el perdón de los pecados.

En cierta forma Dios nos ha dado el corazón de Jesús como comida para nuestras almas en el Sacramento de la Sagrada Eucaristía.
El corazón traspasado de Jesús es también su regalo personal para cada uno de nosotros, mientras nosotros dejamos que nuestros corazones sean traspasados por el remordimiento de nuestros pecados entonces recibimos un nuevo corazón, el Sagrado Corazón de Jesús, tendremos un corazón que ya no es nuestro porque es el corazón de Dios. Por supuesto que esta es una doctrina incompresible para los intelectuales y los sabios, esto es solo aceptable para los niños pequeños ya que aquellos son los que poseerán el Reino de los Cielos (Mateo 11:25-26)
¿Para que sirve un corazón sino da vida? Por esto con el corazón de Jesús también viene Su Preciosa Sangre que nos da vida para toda la eternidad. Él también nos ha dado su Espíritu Santo el cual envió del Cielo el día de Pentecostés. El Espíritu de Dios el Padre y del Hijo es el nuevo Espíritu para nosotros, que reemplaza el viejo espíritu humano de pecaminosidad y amor propio.
Pondré mi Espíritu en medio de ustedes
Después de la Resurrección de Nuestro Señor, Él se le apareció a sus discípulos trayéndoles la Paz de la reconciliación con Dios el Padre. Entonces respiró sobre los apóstoles para poder darles nueva vida y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo” (Juan 20:22). De esta manera puso su Espíritu en ellos, aunque solo experimentaron el poder del Espíritu Santo el día de Pentecostés, días después que el Señor había ascendido a los cielos.
El Espíritu Santo descendió en la forma de lenguas de fuego que fueron vistas sobre las cabezas de los apóstoles. Este fue un bautismo de fuego con el Espíritu Santo. Nosotros deberíamos de sentir una experiencia similar cuando recibimos el Sacramento de la Confirmación.
En el Bautismo recibimos el Espíritu Santo y somos purificados con las aguas de la Salvación. La chispa del Amor Divino dentro de nosotros sigue ardiendo con deseo del Espíritu Santo de Dios para que nos posea completamente, pero es decisión personal el avivar esa llama de amor interno, para mover la Gracia de Dios para nuestro propio crecimiento espiritual [ 2 Timoteo 1:6].
Es el Señor quien pone personalmente Su Espíritu Santo dentro de nosotros, puesto que nosotros somos sus templos, por esto debemos de vivir nuestras vidas en humildad ante su Presencia [1 Corintios 3:16-17].
A través de nuestras devociones suplimos combustible al fuego de nuestra fe y el Espíritu Santo nos responde llenándonos de anhelo de Dios.
Ustedes serán mi gente, y Yo seré su Dios
Nosotros somos la gente de Dios, una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa (1 Pedro 2:9); pertenecemos a Cristo y tenemos que proclamar que Él nos ha salvado.
En el pasado no éramos la gente de Dios, pero ahora “somos la gente de Dios”. En el pasado no recibimos su Misericordia, pero ahora hemos recibido la Misericordia de Dios a través de Jesucristo Nuestro Señor. En el cuerpo místico de Cristo Él es la cabeza y nosotros somos el cuerpo [1 Pedro 2:9-10].
Dios nos ha llamado su gente, además en Cristo nos hemos vuelto sus hijas e hijos adoptivos, por eso nos hemos vuelto los hijos de Dios [Efesios 1:5].
El Espíritu Santo descansará sobre Jesús, Hijo de David
David hijo de Jesse, Jesse hijo de Abraham [Genealogía de Cristo Mateo 1:1-17].
En el libro del profeta Isaías aprendemos que Jesucristo será descendiente de Jesse, hijo de David y que el Espíritu Santo reposará sobre Él (Isaías 11:1-2) con sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Fortaleza, Conocimiento, Piedad y Temor de Dios.
Este será el Salvador, Él nos dará agua viviente para beber y con gozo sacaremos esa agua del pozo de la Salvación (Isaías 12:3). Esta será el agua santificante del Bautismo para librarnos del pecado original, y también será el agua viva del Espíritu Santo que recibiremos después de la muerte de Nuestro Señor (Juan 16:7)
El Señor nos dice a través del profeta [Joel 2:28]: Y sucederá que después de esto, Yo derramaré mi espíritu sobre toda carne: y sus hijos e hijas profetizarán: sus hombres de edad soñarán sueños, y sus jóvenes verán visiones.
El Espíritu Santo en el Nuevo Testamento
El Espíritu Santo cubrió a María y Ella concibió por Su poder a Nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Lucas 1:35). Mientras Ella estaba visitando a su prima Elizabet, al escuchar la voz de María, San Juan Bautista fue santificado por el Espíritu Santo en el vientre de su madre y brincó de gozo.
Elizabet se llenó del Espíritu Santo y dijo, ¿Quién soy yo para que la Madre de mi Señor me visite? Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. María respondió alabando a Dios en la hermosa canción del Magnificat (Lucas 1:39-56).
Antes de que Jesús empezara su ministerio público, fue al río Jordan donde fue bautizado por Juan Bautista. Entonces el Espíritu Santo descendió sobre Él y fue visible para Juan en la forma de una paloma. Luego Jesús fue al desierto y ayunó por cuarenta días, allí venció las tentaciones del demonio.
Jesús se llenó del Espíritu Santo tal como estaba prometido en el libro de Isaías 11:1-2 y comenzó su ministerio llamando todo el mundo al arrepentimiento, predicando la Buena Nueva acerca del Reino de los Cielos, sanando los enfermos y expulsando demonios. Juan Bautista le dijo a los que le bautizaba “Yo los bautizo con agua para el arrepentimiento de sus pecados, pero Jesús les bautizará con el Espíritu Santo y fuego (Mateo 3:11)
Jesús enseño que todos los pecados serán perdonados excepto los pecados cometidos en contra del Espíritu Santo (Lucas 12:10).
También enseñó que solo tenemos que pedir y se nos dará, golpear y la puerta se abrirá, buscar y encontraremos, y que si un padre aquí en la tierra aun siendo malo sabe como responder a las necesidades de sus hijos, ¡como más Nuestro Padre Celestial nos dará el Espíritu Santo si lo pedimos! (Lucas 11:9-13).
Así que el Espíritu Santo es el regalo del Padre y del Hijo que nos santifica, y debemos de pedirlo. Es lo más precioso que podemos pedir y nuestro buen Padre Celestial se complacerá en concedernos esa petición si lo pedimos, golpeamos la puerta y lo buscamos.
Somos templos del Espíritu Santo y para ser llenos del Espíritu de Dios debemos limpiar nuestros templos con las aguas del arrepentimiento a través del Bautismo. Sin embargo se supone que debemos dejar de pecar para poder recibir el fuego del Espíritu Santo. Entonces esta promesa de Dios es condicional a nuestro arrepentimiento. Un corazón humilde y contrito es el lugar donde Dios quiere vivir (Isaías 66:2)
Dios el Padre y Dios el Hijo vendrán a vivir en Espíritu en aquellos que aman a Jesús y cumplen su Palabra (Juan 14:23)
Jesús prometió que cuando somos puestos a la prueba por proclamar el Evangelio, lo que hablemos será dado por el Espíritu Santo (Marcos 13:10-11).

Autor: José de Jesús y María ©

Espíritu Santo - Milagros - Poder de lo Alto - Promesas del Espíritu Santo     If today you hear his word, harden not your heart.

Espíritu Santo - Milagros - Poder de lo Alto - Promesas del Espíritu Santo
www.theworkofgod.org/Spanish