Introducción

Nosotros hemos sido creados para conocer a Dios, amarle y servirle en esta vida y para disfrutar su Presencia en la vida eterna. "Sed santos" no es tan solo una frase, es un mandato de Dios.

A menos que busquemos a Dios, nuestras vidas siempre tendrán un vacío que será nuestra miseria e infelicidad. La verdadera felicidad y el gozo solo se pueden encontrar cuando nosotros encontramos a Dios.

Nosotros fallamos a encontrarle porque El está siempre con nosotros pero nosotros no estamos con El. El pecado nos separa de Dios tal como una nube impide que el sol brille sobre nosotros, por eso el pecado nos priva de la Luz de Dios que es la vida del alma.

Jesús es la luz del mundo, El es la luz de cada hombre que ha venido a la existencia porque El es el Hijo del Dios Vivo, por eso el Padre Celestial le ha concedido todo poder y autoridad a El quien es también nuestro Señor y Salvador.

Nosotros tenemos que vivir una vida en imitación de Cristo para poder hacer la voluntad de Dios el Padre.

Como Católicos creémos en la Santísima Trinidad: tres personas divinas en Un solo Dios. Creémos en Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, tres personas distintas pero un solo Dios verdadero. Este es un gran misterio de nuestra fe, que tenemos que aceptar con humildad, puesto solo hay un Dios, un Salvador, Un Señor y un Espíritu Santificador. (Efesios 4-5)

Puesto que la Majestad, Poder, Sabiduría y Gloria divinas están mas alla de nuestro entendimiento limitado, Dios se ha revelado a nosotros a través de su Hijo Nuestro Señor JesuCristo, para que todo el que créa en El, sea salvado. El ha enviado Su Espíritu Santo para que viva en nuestros corazones, para que así nosotros podamos conocerle y sentir ansiedad por El. 

El Espirito de la Bondad y Santidad nos revelará toda cosa cuando nosotros vivamos una vida de acuerdo al diseño de Cristo. Jesús es también el hijo de María, esto hace de María una persona muy especial para nosotros. Hablaremos de ella mas adelante.
 

Las Buenas Nuevas

Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos. [Mateo 3:2], El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva. [Mark 1:15].

Estas fueron las palabras de San Juán el Bautista cuando preparaba el camino para el Señor. Jesús también comenzó su Ministerio con estas palabras, prometiendo un Reino de Paz, Amor, Justicia, Verdad e Integridad. El dijo que el Reino de los Cielos estaba dentro de nosotros, en otras palabras nos llamo a comenzar algo dentro de nosotros lejos de las cosas del mundo.

El dijo, si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame  [Mateo 16:24].
Esta doctrina es la puerta a la santidad y está cimentada en la humildad y el desapego.

Niégate a Ti mismo

Estamos acostumbrados al egoísmo, trabajamos por nuestros triunfos personales, por nuestro placer y para satisfacer nuestras ambiciones; nos volvemos egocéntricos cuando nos complacemos a nosotros y no complacemos a Dios.

Para negarnos a nosotros mismos, tenemos que vivir a través de El, en El, con El y para El solamente, esto implica renunciar todos los triunfos personales de nuestras vidas para poder dejar que Cristo reine en nosotros, esto llama a vivir por los intereses de Dios y no tanto por los nuestros, esto llama al control de las demandas de la carne y los sentidos. Nosotros somos llamados a renunciar todas las cosas de este mundo para poder poseer a Dios.  [Mateo 5:3]

1 Nosotros tenemos que renunciar el mundo y estar contentos con poco, en otras palabras tenemos que ejercitar la pobreza y el desapego, la práctica de la Caridad física y espiritual.
2 Tenemos que vencer la carne a través de la continencia, la castidad y el control propio y
3 tenemos que vencer el demonio quien nos provoca al orgullo, al egoísmo, y a una continua disipación; esto lo haremos por medio de una vida de Oración y de Comunión con Dios.

Toma tu cruz

La Iglesia es el cuerpo místico de Cristo. El es la cabeza y nosotros somos los miembros, El sufrió y murió, así que de la misma manera los miembros están destinados a sufrir y morir para compensar por aquello que faltó en sus sufrimientos [Colosences 1:24].

Nadie se ha escapado del sufrimiento porque este es parte de nuestro pan diario. El sufrimiento es parte del entrenamiento que tenemos que hacer para volvernos obedientes, para ser purificados y para aceptar la Voluntad de Dios  [Hebreos 12:6-7].

Nosotros somos polvo y al polvo hemos de volver por decreto divino, por esto nos envejecemos, nuestros cuerpos sufren enfermedad y finalmente morimos.

Jesús nos ha pedido que aceptemos la cruz, la cual está hecha de todas las contradicciones que encontramos diariamente. Por los méritos de cargar la cruz nosotros somos humillados, vencemos la impaciencia, reconocemos nuestras debilidades y también el poder de Dios. Somos tirados del caballo de nuestro orgullo tal como San Pablo  [Actos 9:2]. Si nosotros podemos aceptar la Voluntad de Dios, El puede tomar control de nuestras vidas para hacernos santos.

Volverse santo significa aceptar lo bueno y lo malo que viene por nuestro camino. Cuando la pareja del novio y la novia se esposan, ellos se aceptan en los tiempos buenos y en los malos; de la misma manera cuando nosotros establecemos una relación con Dios, nosotros le aceptamos tal como El es, sin tener derecho a hacer demandas, porque cualquier cosa que El desea es perfecta y nos moldeará de acuerdo a su sabiduría. Dios lo conoce todo mejor y El corrige y azota aquellos a quienes El ama  [Hebreos 12:6], tal como cualquier buen padre lo hace aquí en la tierra.

La cruz no es un castigo, es un regalo de Dios para hacernos santos, un precio por nuestra recompensa y "El trono de nuestro Rey". El recibir la cruz diariamente nos dará el gozo mas grande y el entendimiento de que Dios quien nos amo tanto que se encarnó para dar su vida por nosotros. [Juan 1:14]
 

Sígueme

Cuando seguimos al Señor, tenemos que imitar su vida de Amor y Caridad, tenemos que amar a Dios y a nuestro prójimo usando nuestro desapego; tenemos que estar preparados a compartir con otros nuestro tiempo, nuestro amor, nuestra fe y nuestras propiedades si fuese necesario.

Una vez que aceptemos la cruz, estaremos entonces preparados para seguir al Señor al Calvario, en otras palabras estaremos listos para nuestra propia crucifixión.... no física sino espiritual. Sobre la cruz tenemos que crucificar nuestra pecaminosidad, nuestras pasiones, nuestro orgullo, nuestra maldad, y tenemos que vencer las tentaciones del mundo, el demonio y la carne. [Galatas 5:24]

En el camino hacia el Calvario nosotros inmolamos nuestras vidas también en imitación de María la Madre de Jesús. Cuando venimos a nuestro Gólgota personal el Señor dirá: Padre perdónales porque no saben lo que hacen cuando pecan. Nos dará a su madre para que sea nuestra madre y nos dirá: Mira a tu madre y nosotros aceptaremos a María como nuestra Madre puesto que Ella es la nueva Eva, la Madre de todos los vivos, quienes son los hijos de Dios. Allí el Señor sentirá sed por nuestro amor y prometerá llevarnos a su Reino. Es allí donde el completará su trabajo de Salvación en nosotros y dará su vida a cambio de nuestra vida eterna [Lucas 23:34-46].

Cuando nosotros recibimos a Jesús en la Sagrada Eucaristía nosotros estamos viviendo esos momentos de nuestra Salvación y deveras comemos de su carne y bebemos de su sangre tal como El nos ha pedido que hagamos. [Juan 6:48-63]
 
 

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