| El Mensaje del Padre 1o Fascículo parte B Creédme, si hubiérais comenzado desde la Iglesia
        primitiva a glorificarme con un culto especial, después de veinte siglos habrían quedado
        pocos hombres viviendo en la idolatría, en el paganísmo y en tantas falsas y malas
        sectas, !en las cuales el hombre corre con los ojos cerrados para lanzarse en el abismo
        del fuego eterno! !mirad cuánto trabajo queda por hacer!  !Mi hora ha llegado! Es necesario que sea conocido, amado y
        glorificado por los hombres, para que, después de haberlos creado, yo pueda ser su Padre,
        después su Salvador y finalmente el objeto de sus delicias eternas.  Hasta aquí os he hablado de cosas que ya sabéis, y he
        querido recordarlas para que estéis más convencidos todavía de que soy un Padre
        buenísimo y no un Padre terrible como vosotros creéis, es más, que soy el Padre de
        todos los hombres actualmente vivientes, y que todavía los crearé hasta el fin del
        mundo.  Sabed que quiero ser conocido, amado y sobre todo
        glorificado. Que todos reconozcan mi bondad infinita para todos y sobre todo para los
        pecadores, los enfermos, los moribundos y todos los que sufren. Que sepan que no tengo
        otro deseo que el de amarlos, donarles mis gracias, perdonarlos cuando se arrepienten, y
        sobre todo no juzgarlos con mi justicia sino con mi misericordia, para que todos se salven
        y séan incluídos en el número de los elegidos.  Para concluir esta exposición os hago una promesa cuyo
        efecto sera eterno: Llamadme con el nombre de Padre, con confiánza y amor, y recibiréis
        todo de parte de este Padre con amor y misericordia.  Que mi hijo, tu padre espiritual, se ocupe de mi gloria y
        transcriba, frase tras frase, lo que te he hecho escribir, y también lo que te haré
        escribir todavia, sin añadir nada, para que los hombres encuentren fácil y placentera la
        lectura de lo que quiero que sepan.  Cada día, poco a poco, te hablaré de mis deseos en
        relación con los hombres, de mis alegrías, de mis penas y, sobre todo, mostraré a los
        hombres mis infinitas bondades y la ternura de mi amor piadoso.  También quisiera que tus superioras te permitieran usar
        tus momentos de libertad para estar conmigo, y que tú puedas, por media hora al dia,
        consolarme y amarme, y así obtener que los corazones de los hombres, mis hijos, se
        dispongan a trabajar bien para extender este culto, del cual os he revelado ahora la
        forma, para que lleguéis a tener una gran confianza en este Padre que quiere ser amado
        por sus hijos.  Para que ésta obra que quisiera hacer con los hombres
        pueda extenderse en todas las naciones lo más pronto posible, sin que los que serán
        encargados de difundirla cometan la mínima imprudencia, te pido que transcurras tus días
        en gran recogimiento. Te sentirás feliz de hablar poco con las criaturas y, en tu
        corazón, en secreto hablarás conmigo y me escucharás, aún cuando estarás en medio de
        los demás.  Por otra parte, ésto es lo que quiero que hagas: cuando a
        veces te hable de ti personalmente, tú escribirás mis confidencias en un pequeño diario
        especial. Pero aqui pretendo hablar de los hombres: yo vivo con los hombres en una
        intimidad mayor que la de una madre con sus hijos.  Desde la creación del hombre no he cesado nunca, ni un
        instante, de vivir junto a él; como Creador y Padre del hombre siento la necesidad de
        amarlo. No es que yo necesite de él, pero mi amor de Padre y Creador me hace sentir esta
        necesidad de amar al hombre. Por lo tanto yo vivo cerca del hombre, lo sigo por todas
        partes, lo ayudo en todo, provéo a todo.  Yo veo sus necesidades, sus trabajos, todos sus deseos, y
        mi felicidad más grande es la de socorrerlo y salvarlo.  Los hombres creen que yo soy un Dios terrible, y que
        precipito a toda la humanidad en el infierno. !Qué sorpresa cuando, al final de los
        tiempos, verán muchas almas, que creían perdidas, gozar de la eterna felicidad en medio
        de los elegidos!  Quisiera que todas mis criaturas se convenzan de que hay un
        Padre que vela por ellas y que quiere hacerles pregustar, aún aquí abajo, la felicidad
        eterna.  Una madre no olvida nunca la pequeña criatura que dió a
        luz. !No es aún más hermoso que, de parte mía, me recuerde de todas la criaturas que he
        puesto en el mundo?  Ahora, si la madre ama a este pequeño ser que yo le he
        donado, yo lo amo más que ella porque yo lo he creado. Aunque una madre amase menos a su
        niño por algún defecto que tiene, yo, al contrario, lo amaré todavía más. Ella
        podría llegar hasta a olvidarlo, o a pensar en él ráramente, sobre todo cuando lo han
        quitado a su vigilancia, pero yo no lo olvidaré nunca. Yo lo amaré siempre, y aún si no
        se recuerda más de mi su Padre y Creador, yo me recordaré de él y lo amaré todavía.  Antes os dije que quisiera daros, aún aquí abajo, la
        felicidad eterna, pero vosotros no habéis comprendido todavía esta palabra, y he aquí
        el significado: Si me amáis y si me llamáis con confiánza, con el dulce nombre de
        Padre, comenzáis ya desde acá abajo con el amor y la confiánza que harán vuestra
        felicidad en la eternidad, que cantaréis en el Cielo en compañía de los elegidos. No es
        esta una anticipación de la felicidad de los Cielos que durará etemamente?  Por lo tanto deseo que el hombre recuerde a menudo que yo
        estoy allí donde está él. Que no podría vivir si yo no estuviese con él, viviente
        como él. A pesar de su incredulidad yo no dejo nunca de estar junto a él.  !Ah! cómo deseo ver realizado el plan que quiero
        comunicaros y que es este: hasta hoy el hombre no ha pensado para nada en hacerle a Dios,
        su Padre, este favor que estoy por decir: Quisiera ver establecerse una gran confiánza
        entre el hombre y su padre de los Cielos, ver al mismo tiempo, un verdadero espíritu de
        familiaridad y de delicadeza para que no se abuse de mi gran bondad.  Conozco vuestras necesidades, vuestros deseos y todo lo que
        está en vosotros. Pero cómo estaría agradecido y sería feliz si os viera venir a mi
        para hacerme las confidencias de vuestras necesidades, como un hijo totalmente confiado en
        su padre. Si me lo pidiéseis, cómo podría rechazar cualquier cosa, por mínima o
        máxima importancia que fuere? Aunque si no me véis ni me sentís muy cerca de vosotros
        en los acontecimientos que suceden en vosotros y en vuestro alrededor? !Un día, como
        será meritorio para vosotros el haber creido en mí sin haberme visto!  Aún ahora que estoy aquí, en persona, en medio de todos
        vosotros, que os hablo repitiendo incesantemente, en todas las formas, que os amo y que
        quiero ser conocido, amado y glorificado con un culto especial, vosotros no me véis,
        excepto una sola persona, !aquella a la cual he dado este mensaje! !una sola en toda la
        humanidad! Y sin embargo héme aquí que os hablo, y en la que veo y a la cual hablo; os
        veo a todos y os hablo a todos y a cada uno de vosotros, !y os amo como si me viérais!  Por lo tanto, deseo que los hombres me conozcan y que
        sientan que estoy cerca de ellos. Oh hombres, recordad que quisiera ser la esperanza de la
        humanidad. No lo soy ya? Si no fuera la esperanza del hombre, el hombre estaría perdido.
        !pero es necesario que yo sea conocido como tal para que la paz, la confianza y el amor
        entren en el corazón de los hombres y lo pongan en relación con su Padre del Cielo y de
        la tierra!  !No penséis que yo sea ese terrible viejo que los hombres
        representan en sus imágenes y en sus libros! No, no, yo no soy ni más joven ni más
        viejo que mi Hijo y que mi Santo Espíritu. Por lo tanto quisiera que todos, desde el
        niño hasta el anciano, me llamen con el nombre familiar de Padre y de amigo, pues yo
        estoy siempre con vosotros, y me hago semejante a vosotros para haceros semejantes a mí.
        !Cuán grande sería mi alegría al ver que los hombres enseñan a sus niños a llamarme a
        menudo con el nombre de Padre, como soy realmente! !Cómo desearia infundir en esas
        jóvenes almas una conflanza y un amor todo filial por mi! Yo he hecho todo por vosotros;
        no hariáis esto por mi?  Quisiera estableceme en cada familia con mi dominio para
        que todos puedan decir con seguridad: "tenemos un Padre que es infinitamente bueno,
        inmensamente rico y muy misericordioso. El piensa en nosotros y esta cerca de nosotros,
        nos mira, nos sostiene y nos dará todo lo que nos falta, si se lo pedimos. Todas las
        riquezas son nuestras, nosotros tendremos todo lo que necesitamos". Precisamente
        estoy allí para que me pidáis lo que os es necesario: "Pedid y recibiréis".
        Con mi paternal bondad os daré todo, como verdaderamente hago, siempre que todos sepan
        considerarme como un verdadero Padre viviente en medio de mis hijos.  Deseo también que cada familia exponga a la vista de todos
        la imagen que más tarde haré conocer a mi "hijita". Deseo que cada familia se
        ponga bajo mi protección, muy especial, para que puedan glorificarme más fácilmente.
        Alli, cada dia, la família me hará conocer sus necesidades, sus trabajos, sus penas, sus
        sufrimientos, sus deseos y también sus alegrias, porque un Padre tiene que saber todo lo
        que se refiere a sus hijos. Seguramente yo lo sé dado que estoy alli, pero me gusta mucho
        la simplicidad. Yo sé doblegarme a vuestras condiciones. Me vuelvo pequeño con los
        pequeños, me vuelvo adulto con los hombres adultos, con los ancianos me vuelvo semejante
        a ellos, para que todos comprendan lo que quiero decirles de su santificación y de mi
        gloria.  La prueba de lo que os digo no la tenéis ya en mi Hijo que
        se hizo pequeño y débil como vosotros? No la tenéis también ahora, viéndome aquí que
        os hablo? Y, para que podáis entender lo que quiero deciros, no he escogido, para
        hablaros, a una pobre criatura como vosotros? Y ahora, no me hago semejante a vosotros?  Mirad, he puesto mi corona a mis pies y el mundo sobre mi
        corazón. He dejado mi gloria en el cielo y vine aqui dándome todo para todos, pobre con
        los pobres y rico con los ricos. Quiero proteger a la juventud como un tierno Padre. !hay
        tanto mal en el mundo! Estas pobres almas inexpertas se dejan seducir por las lisonjas del
        vicio que, poco a poco, las conducen a la ruina total. Oh, vosotros que necesitáis
        especialmente a alguien que os cuide en la vida para que podáis evitar el mal, !venid a
        mí! !Yo soy el Padre que os ama más de lo que ninguna otra criatura podrá nunca amaros!
        Refugiáos cerca, cerca de mi, confiádme vuestros pensamientos y deseos. Yo os amaré
        tiernamente. Os daré gracias para el presente y bendeciré vuestro porvenir. Podéis
        estar seguros de que no os olvido, ni después de quince, veinticinco o treinta años, ni
        desde que os he creado. !venid! Veo que necesitáis mucho un Padre dulce e infinitamente
        bueno como yo.  Sin extenderme en muchas cosas que sería oportuno decir
        aquí, pero que podré decir más tarde, quiero ahora hablar en modo particular a las
        almas de los que me han escogido, sacerdotes y religiosos: para vosotros, hijos queridos
        de mi amor, !tengo grandes proyectos!  AL PAPA  Antes de dirigirme a todos, me dirijo a tí, hijo mío
        dilecto, a tí mi Vicario, para poner en tus manos esta obra que debería ser la primera
        entre todas y que, por el temor que el demonio ha inspirado en los hombres, se cumplirá
        solo en este tiempo.  !Ah! quisiera que tú comprendieras la extensión de esta
        obra, su grandeza, su amplitud, su profundidad, su altura. !Quisiera que tú comprendieras
        los deseos inmensos que tengo en relación con la humanidad presente y futura! !Si tú
        supieras cuánto deseo ser conocido, amado y glorificado por los hombres, con un culto
        especial! Este deseo lo conservo en mí desde toda la eternidad y desde la creación del
        primer hombre. Este deseo lo manifesté varias veces a los hombres, sobre todo en el
        Antiguo Testamento. Pero el hombre no lo ha entendido nunca. Ahora este deseo me hace
        olvidar todo el pasado, siempre y cuando se realice en el presente, en mis criaturas del
        mundo entero.  Me rebajo al nivel de la más pobre de mis criaturas para
        poder, considerando su ignorancia, hablarle y por medio de ella poder hablar a los
        hombres, !sin que ella se dé cuenta de la grandeza de la obra que quisiera hacer con
        ellos!  No puedo hablar de teología con ella, estoy seguro de que
        fallaría, de que no entendería. Yo permíto que sea así para poder realizar mi obra
        mediante la simplicidad y la inocencia. Pero ahora te toca a tí poner esta obra en
        estudio y llevarla muy rápidamente a la ejecución.  Para ser conocido, amado y glorificado con un culto
        especial no pido nada de extraordinario. Deseo sólo esto:  1) Que un dia, o por lo menos un domingo, sea consagrado
        para glorificarme, en modo muy particular, con el nombre de Padre de toda la humanidad.  Para esta fiesta quisiera una Misa y una celebración
        apropiada. No es dificil encontrar los textos en la Sagrada Escritura.  Si preferís rendirme este culto especial un domingo, yo
        escojo el primer domingo de Agosto, si escogéis un dia de la semana, prefiero que sea el
        dia 7 de este mismo mes.  2) Que todo el clero se empeñe en el desarrollo de este
        culto y, sobretodo, que me haga conocer por los hombres así como soy y como seré siempre
        con ellos, es decir, el Padre más tierno y más amable entre todos los padres.  3) Deseo que me hagan entrar en todas las familias, en los
        hospitales, también en los laboratories y en los talleres, en los cuarteles, en las salas
        de deliberación de los ministros de todas las naciones, y en fin, en cualquier parte en
        donde se encuentren mis criaturas, !aunque hubiera una sola criatura! Que el signo
        tangible de mi invisible presencia sea una imagen que demuestre que estoy realmente
        presente allí. Asi todos los hombres actuarán bajo la mirada de su Padre, y yo mismo
        tendré bajo mi mirada a la criatura que he adoptado después de haberla creado, y todos
        mis hijos estarán bajo la mirada de su tierno Padre.  Indudablemente también ahora estoy en todas partes, !pero
        quisiera estar representado en manera sensible!  4) Que durante el año el clero y Los fieles hagan algunos
        ejercicios en mi honor, sin perjudicar sus habituales ocupaciones.  Que sin temor mis sacerdotes vayan por todas partes, en
        todas las naciones, para llevarles a los hombres la llama de mi paternal amor. Entonces
        las almas se iluminardn ya conquistadas, no só1o entre los fieles sino también entre las
        sectas que no son de la verdadera Iglesia.  Si, que también estos hombres, que son mis hijos, vean
        brillar esta llama, que conozcan la verdad, que abracen y practiquen todas las virtudes
        cristianas.  5) Quisiera ser glorificado en modo particular en los
        seminarios, en los conventos de novicios, en las escuelas y en los internados. Que todos,
        desde el más pequeño hasta el más grande, puedan conocerme y amarme como su Padre, su
        creador y su salvador.  6) Que los sacerdotes se empeñen en busear en las Sagradas
        Escrituras lo que dije en otros tiempos, y que hasta ahora ha sido ignorado, en relación
        con el culto que deseo recibir de parte de los hombres. Que trabajen para que mis deseos y
        mi voluntad lleguen a todos los fieles y a todos los hombres, especificando lo que diré
        para todos los hombres en general y, en particular, para los sacerdotes, los religiosos y
        religiosas. Estas son las almas que escojo para que me rindan grandes homenajes, mas que
        los otros hombres del mundo.  !Cierto es que se necesitará tiempo para llegar a una
        completa realización de lo que deseo de parte de la humanidad y que te he hecho conocer!
        Pero un día, con las oraciones y los sacrificios de las almas generosas, que se
        inmolarán por esta obra de mi amor, sí, un día estaré satisfecho. Te bendeciré, hijo
        mío predilecto, y te daré el céntuplo de todo lo que harás por mi gloria.  AL OBISPO  Quiero decir unas palabras a tí también, hijo mío
        Alejandro, para que mis deseos se realicen en el mundo.  Es necesario que, con el padre espiritual del
        "arbusto" de mi hijo Jesús, seáis promotores de esta obra, es decir, de este
        culto especial que espero de parte de los hombres. A vosotros, hijos mios, confío ésta
        obra y su futuro tan importante.  Hablad, insistid, haced saber lo que diré para que yo sea
        conocido, amado y glorificado por todas mis criaturas, y así habréis hecho lo que me
        espero de vosotros, es decir, mi voluntad, y habréis realizado mis deseos, que desde hace
        tiempo conservo en el silencio.  Todo lo que haréis por mi gloria yo lo redoblaré para
        vuestra salvación y vuestra santificación. En fin, será en el cielo, y sólo en el
        cielo, que veréis la gran recompensa que os daré en modo particular, y también a todos
        los que trabajarán para esto.  He creado al hombre para mi y es muy justo que yo sea TODO
        para el hombre. El hombre no saboreará las verdaderas alegrías estando afuera de su
        Padre y creador, porque su corazón está hecho solo para mi.  Por mi parte, mi amor por mis criaturas es tan grande que
        no siento otra alegría que la de estar entre los hombres.  Mi gloria en el cielo es infinitamente grande, pero es
        todavía más grande cuando me encuentro entre mis hijos: los hombres de todo el mundo.
        Criaturas mías, vuestro cielo está en el Paraiso con mis elegidos, porque es allá
        arriba, en el cielo, que me contemplaréis en una vision perenne, y gozaréis de una
        gloria eterna. !Mi cielo está en la tierra con todos vosotros, oh hombres! Si, es en la
        tierra y en vuestras almas que busco mi felicidad y mi alegría. Podéis darme esta
        alegría, y es para vosotros también un deber hacia vuestro creador y Padre, que de
        vosotros lo espera y lo desea.  La alegría de estar entre vosotros no es menor de la que
        probaba cuando estaba con mi hijo Jesús durante su vida mortal. Era yo quién enviaba a
        mi Hijo. Fue concebido por mi Espíritu Santo, que también soy yo, en pocas palabras, era
        siempre YO.  Amando a vosotros, mis criaturas, como a mi Hijo que soy
        yo, digo como a él: sóis mis hijos predilectos, en los cuales me complazco; es por esto
        que gozo con vuestra compaftia y que deseo quedarme con vosotros. Mi presencia entre
        vosotros es como el sol sobre el mundo terrestre. Si estáis bien dispuestos a recibirme
        vendré muy cerca de vosotros, entraré en vosotros y os iluminaré con mi amor infinito.  En cuanto a vosotros, almas en pecado o que ignoran la
        verdad religiosá, no podré entrar en vosotros, pero de todos modos estaré cerca, porque
        no dejo nunca de llamaros, de invitaros a desear los bienes que os traigo para que veáis
        la luz y os curéis del pecado.  A veces os miro con compasión porque os encontráis en una
        infeliz condición. A veces os miro con amor para que os sintáis dispuestos a ceder a los
        encantos de la gracia. A veces paso dias, también años, cerca de algunas almas para
        asegurarles la felicidad eterna. No saben que yo estoy allí, que las espero, que las
        llamo a cada instante durante el día. Sin embargo, tampoco me canso y siento igualmente
        alegría estando junto a vosotros, siempre con la esperanza de que un día regresaréis a
        vuestro Padre y que me haréis un acto de amor, por lo menos antes de morir.  He aquí, por ejemplo, un alma que está muriendo de
        repente: ésta alma ha sido siempre para mí como el hijo pródigo. * Yo la colmaba de
        bienes, ella andaba despilfarrando todos estos bienes, todos los dones gratuitos,de su
        Padre tan amable, y además me ofendía gravemente. Yo la esperaba, la seguía por todas
        partes, le hacía nuevos favores como la salud y los bienes que hacia producir de sus
        trabajos, tanto así que tenía hasta lo que era superfluo. A veces mi providencia le daba
        todavía otros bienes nuevos. Por lo tanto, se encontraba en la abundancia pero no veía
        otra cosa que el triste resplandor de sus vicios, y toda su vida fué un conjunto de
        errores, por el pecado mortal habitual. Pero mi amor no se cansó nunca. Persistía a
        seguirla, la amaba y, sobre todo, a pesar de los rechazos que me oponía, estaba contento
        de vivir pacientemente cerca de ella, con la esperanza de que, quizás, un día habría
        escuchado mi amor y habría regresado a mí, su Padre y salvador.  En fin, se acerca su último día: le mando una enfermedad
        para que pueda estar recogido y pueda regresar a mí, su Padre: pero el tiempo pasa y
        allí está mi pobre hijo de 74 años en su última hora. Y yo, como siempre, estoy allí
        todavía: y como nunca antes le hablo con mayor bondad. Insisto, llamo a mis elegidos para
        que recen por el para que pida el perdón que yo le ofrezco ... A este punto, antes de
        expirar, abre los ojos, reconoce sus errores y lo mucho que se ha alejado del verdadero
        camino que conduce a mí. Vuelve en si y después, con voz débil que nadie a su alrededor
        logra escuchar, me dice: "Dios mío, ahora veo cómo vuestro amor por mi ha sido
        grande, y yo os he ofendido continuamente con una vida muy mala. Nunca he pensado en tí,
        mi Padre y salvador. Tú que ves todo, por todo el mal que ves en mí, y que reconozco en
        mi confusión, te pido perdón y te amo, !Padre mío y salvador mío! ". Murió en
        ese mismo instante y aquí está delante de mí. Yo lo juzgo con el amor de un Padre, como
        él me llamó, y se salvó. Quedará por un tiempo en el lugar de expiación y después
        será feliz por toda la eternidad. Y yo, después de haberme complacido durante su vida
        con la esperanza de salvarlo con su arrepentimiento, gozo todavía más con mi corte
        celestial porque se ha realizado mi deseo y por ser su Padre por toda la eternidad.  En cuanto a las almas que viven en la justicia y en la
        gracia santificante, siento la felicidad de establecerme en ellas. Me dono a ellas. !les
        transmito el uso de mi POTENCIA, y con MI AMOR encuentran, en MI su Padre y salvador, una
        anticipación del Paraíso!  
    
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