Jesús
Querido hijo
Era necesario que Yo entregara mi vida en la cruz con mucho tormento para que todos pudieran disfrutar de mi Salvación, también era la única manera por la cual Yo enviaría el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad.

Pues bien, mi Padre dio su testamento durante varios miles de años, la obra de la creación, y se manifestó a través de los Profetas.

Yo, Jesús, la segunda persona de la Santísima Trinidad vine al mundo por un corto período de treinta y tres años para establecer mi Palabra en los corazones, para llevar a cabo la Salvación con mi muerte en la cruz y para enviar el Espíritu Santo.

El Espíritu Santo, que es el Espíritu de mi Padre, y también mi Espíritu, fue derramado sobre toda la humanidad el día de Pentecostés para darle nacimiento a mi Iglesia, fundada sobre Pedro el Apóstol y bañada con mi sangre para que estuviese en pie hasta el final de los tiempos.

Yo soy la Verdad, el que cree en mí y tiene fe en mí, recibe la Luz de la Verdad, El Espíritu Santo, que le abre su mente y su corazón para que se llene totalmente de mí. El Espíritu Santo ilumina la conciencia y le permite al alma salir de los apetitos de la carne y sentir los del espíritu, salir de los deseos de las cosas del mundo y desear las cosas celestiales, sentir dolor de haberme ofendido y venir con arrepentimiento a implorar mi Perdón y Misericordia.

El Espíritu Santo es la luz de la Verdad que enseña mi Santidad y Grandeza a la vez que enseña la insignificancia del ser humano, su pecado y su necesidad de santidad para poder estar en mi Presencia.

El Espíritu Santo ilumina la consciencia haciéndola detestar el pecado y sentir hambre y sed de Dios, que es Bueno y Santo.

El Espíritu Santo es el Divino Maestro que pule el alma de mi discípulo, le recuerda mi Palabra y le enseña cosas nuevas para su santificación.

El Espíritu Santo reina en los corazones de los que son fieles a mi Palabra, les llena de fuego que acrecienta su fe y les atrae constantemente a las cosas celestiales.

Yo soy la Vida. El Espíritu Santo se convierte en la Vida de los que lo piden, abren su corazón y se llenan de Él.

Todo lo que Yo soy, todo lo que tengo y todo lo que quiero dar, lo da el Espíritu Santo en abundancia a las almas que aceptan mi Reino en su corazón.

Los seres humanos tienen la opción de aceptar el Espíritu Santo con su Luz, Santidad y Vida Eterna o de recibir el Espíritu del maligno, lleno de oscuridad, aislamiento de Dios y Muerte Eterna de la Vida en Dios, estos reciben el castigo eterno.

Todo el que se bautiza en mi nombre y acepta mi Reino, recibe el Espíritu Santo, el cual con su Gracia le ayuda a conseguir la Salvación. Es una obligación de todos los que tienen el Espíritu Santo rezar por sus hermanos, ya que Yo deseo darle la Salvación a toda la humanidad, y aunque muchos me rechacen, la oración consigue la Gracia para la Salvación de muchas almas.

 Mensajes de Jesús, María y Dios el Padre - El Espíritu Santo es la luz de la Verdad