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Reflexiones espirituales
José Belmore Arias

Jesús en mi vida - La Encarnación, el Nacimiento de Jesús - El trabajo de DiosJesús en mi vida - La Encarnación, el Nacimiento de Jesús - El trabajo de Dios

Jesús en mi vida - La Encarnación, el Nacimiento de Jesús - El trabajo de Dios

La Encarnación, el Nacimiento de Jesús, Jesús en mi vida

En el principio, el pecado del primer hombre en el paraíso, causó la indignación de Dios nuestro creador. Pero Dios que es Amor e infinita Misericordia, no destruyó el hombre ni quiso castigarlo usando su justa ira, porque su creación llevaba su propio aliento en el alma del hombre.

La Divina Voluntad en la persona de Dios el Padre decidió que en el momento apropiado, su Palabra Divina representada por su Hijo descendiera al mundo, se encarnara en nuestra propia humanidad sin perder su Divinidad y así pudiera ofrecerse al Padre en reparación del pecado de la humanidad, para salvarnos y así restaurar la creación humana a la gloria original.

La ofensa cometida por seres finitos, de naturaleza inferior a la Divina, siendo una ofensa infinita, porque se comete profanando el templo de Dios que es nuestro cuerpo no tenía forma de ser reparada, por eso Dios el Hijo en su Misericordia Divina se entregó por nosotros en la cruz para reconciliarnos con el Padre Eterno y obtener para nosotros el privilegio de convertirnos en Hijos de Dios, redimidos y salvados de la esclavitud del pecado por el Santo Sacrificio en la Cruz.

Pero la encarnación del Hijo de Dios no podía llevarse a cabo en mujer afectada por el pecado. Por eso el Señor le dio a la Virgen María el privilegio de su Inmaculada Concepción, o sea libre de mancha del pecado original. Por semejante dignidad el alma de la Virgen María se elevó espiritualmente con sus propias virtudes y su santidad, el Señor la colmó de Gracia o sea de su favor para toda la humanidad y gracias a sus perfecciones humanas Dios la escogió para ser Madre de su Hijo, la Palabra, el Verbo Eterno. Así que la obra de Dios como todas sus obras se hizo por medio del poder de su Espíritu Santo, por el cual María concibió y dio luz a su Hijo Jesús sin intervención humana.

El niño Jesús nació en medio de la pobreza y el desprecio de la gente de su época, pues aun entonces se despreciaban a los pobres. Para su protección, Jesús tuvo como padre adoptivo a San José, un hombre casto y santo elegido por Dios mismo.

Y así nació nuestro Salvador, que además de ser hombre como cualquiera de nosotros, es el Espíritu de la Palabra de Dios, El Verbo que se encarnó para nuestro provecho y salvación, verdadero Dios y verdadero Hombre.

Su venida al mundo es la venida de la luz a un mundo que estaba en tinieblas, es la venida de la Sabiduría a un pueblo que estaba en ignorancia, es la llegada de la Gracia o favor de Dios que nos salva del daño del pecado, es el comienzo de la nueva creación de Dios.

La palabra eterna de Dios pasa del Espíritu a la persona humana de Cristo y se convierte en la luz de cada hombre que viene a la existencia.

Esta palabra de Dios desea encarnarse en cada corazón para darle vida, desea instruirle en los caminos de la Sabiduría, desea llenarnos para colmarnos de sus bienes eternos.

Jesús nos ama y desea vivir en cada uno de nosotros. El recuerdo de su nacimiento nos debe llenar de deseos humildes y tiernos para permitirle entrar en nuestras vidas y dejarle ser nuestro Rey. Jesús debe nacer en todos los corazones, por esto debemos de rezar diariamente.

Para que Jesús nazca verdaderamente en mi vida, yo tengo que abrir mi corazón al Reino de la Divina Voluntad, ese deseo de Dios el Padre que llenaba a Jesús en su humanidad.
Juan 4 versículo 34 Jesús les dijo: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra.

Igualmente nuestra comida espiritual es Jesús el pan de la vida. Cuando comemos de este pan, estamos comiendo igual que Jesús de la voluntad del Padre, la cual es nuestra santificación, que seamos santos como Él es santo.

Cuando Jesús nace en nuestro corazón nacemos de nuevo, y como somos hijos de la Gracia necesitamos la Madre de la Gracia para que sea nuestra madre. Así nos volvemos hijos de Dios, hijos de María sin pecado concebida.

Bendito sea Jesús, nuestro Dios y Salvador.

Gracias Dios Padre Santo por darnos a tu Hijo. Gracias Virgen María sin pecado concebida por tu santidad, porque fuiste elegida para ser Madre de nuestro Dios y también madre nuestra. Gracias Señor Jesús por haber venido a la tierra para salvarnos.

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¿Qué haz hecho para nacer de nuevo en Jesucristo? ¿Cómo aprecias a la Santísima Virgen María sin pecado concebida? Déjanos saber, Dios te bendiga.

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