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Balance espiritual: ¿Dónde me encuentro ante Dios?Cuando echo la vista atrás a los primeros días de mi camino en la fe, veo que los años no han pasado en vano. Estoy creciendo espiritualmente y me siento más cerca de Dios. Sin embargo, la verdadera medida de mi crecimiento no me corresponde a mí determinarla, ya que lo que realmente importa es cómo me ve Dios.
La realidad de mi vida espiritual en este momentoEsta toma de conciencia me lleva a reexaminar todos los aspectos de mi vocación en Cristo. El amor propio puede engañarnos fácilmente, y el enemigo siempre está dispuesto a halagarnos para hacernos creer que ya somos perfectos. Pero el mayor obstáculo en nuestra vida espiritual es a menudo nosotros mismos, no porque nos falte el deseo de hacer el bien, sino porque la vanidad y el amor propio nublan nuestro juicio. Nos convencemos a nosotros mismos de que nuestras acciones son impecables, y esta ilusión frena nuestro crecimiento.Regresando a los valores verdaderos de la vida espiritualPara avanzar, debemos volver a los fundamentos de nuestra fe y renovarlos con sinceridad. La oración, por ejemplo, debe ser lenta e intencionada. Cada palabra debe ser comprendida, vivida y, si es necesario, revisada. La verdadera oración involucra todo nuestro ser: corazón, mente y alma. Debemos entrar en la dimensión sagrada de la oración, permitiendo que nuestra alma sienta y nuestro espíritu se encienda con el fuego del Espíritu Santo.
Una oración bien vivida es el comienzo de una relación profunda y auténtica con Dios. Si nuestra oración es descuidada, nuestra comunión con Él sufre.
Recepcion de los SacramentosIgualmente, vital es nuestra reverencia por los santos sacramentos, que son nuestros encuentros reales con el Señor. La distracción roba a estos momentos su carácter sagrado. Cuando recibimos la Sagrada Eucaristía, somos invitados a adorar a Dios, que viene a morar en nosotros. En el sacramento de la penitencia, se nos llama a la humildad, a sentir verdadero dolor por nuestros pecados y a confesarlos con honestidad.Muestra vida en la Regla DoradaEsta relación íntima con Dios debe desbordarse en nuestra vida cotidiana. Debe moldear la forma en que tratamos a los demás y la fidelidad con la que vivimos la regla de oro: haz a los demás lo que te gustaría que te hicieran a ti.
Para acercarnos a Dios, también debemos alejarnos del entretenimiento excesivo y la charla ociosa. Es más fácil encontrar a Dios en el silencio.
Balance espiritual: ¿Dónde me encuentro ante Dios?
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