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Reflexiones espirituales
José Belmore Arias

La familia   La familia

La familia

La familia

En el principio Dios creó el hombre a su imagen y semejanza, hombre y mujer Génesis 1:28 Y los bendijo Dios con estas palabras: "Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla."

En el principio Dios creó la familia como el origen de toda la humanidad, un hombre y una mujer, con la bendición de ser fecundos y multiplicarse.

Pero estamos en tiempos perversos en los cuales se están acabando las familias, estamos destruyendo el núcleo de la sociedad.

Ya no vemos que se celebren matrimonios en la Iglesias, pero si sabemos de muchas separaciones y divorcios, ya no vemos matrimonios estables, pues las parejas se casan por fines materiales, ya sea por la belleza y atractivo físico de la otra persona, por la educación o por motivos económicos, o por la atracción sexual únicamente.

Hablando con gente joven soltera, nos dicen que no pueden encontrar una persona adecuada para casarse, los hombres dicen que las mujeres no se quieren casar, las mujeres dicen que los hombres solo quieren vivir con ellas primero y luego decidir el matrimonio, son muy escasos los que tienen vocación para el sacramento del matrimonio.

El matrimonio es un contrato de tres partes, el hombre, la mujer y Dios. Por esta razón es indisoluble y lo que Dios ha unido ningún hombre puede separar.

Pero aparte de ser la realización del ser humano tanto hombre como mujer, es un gozo y a la vez es la responsabilidad más grande que puede tener el ser humano, pues se trata de concebir almas para glorificar al Señor, siguiendo su mandato “Sed fecundos y multiplicaos.”

Pues la familia empieza como un proyecto entre el hombre y la mujer y es completa cuando vienen los hijos. Con ellos viene la responsabilidad de su educación no solo académica sino para que sean verdaderos hijos de Dios levantados en el respeto, la moral y la fe.

Es necesario mantener el diálogo entre padre e hijos, entre esposo y esposa. Es necesario supervisar todas las actividades de los hijos y estar listos a corregirlos.

El contrato entre el hombre y la mujer se hace ante Dios con la promesa de estar siempre unidos en las buenas y en las malas. Y ojo, solamente la unión entre un hombre y una mujer bajo el Sacramento ante Dios es un matrimonio. Lo demás es basura, una abominación que ofende a Dios.

Pero que lástima, vemos muchos horrores.

Y aun la pareja consagrada a Dios, tiene muchos problemas. El hombre y la mujer de hoy no se soportan el uno al otro, al poco tiempo de casados ya están lamentando haber tomado esa decisión. No se entienden, empiezan a pelear, y a sufrir.

Lo primero que hacen es ofender a Dios poniéndose de acuerdo en que no van a tener muchos niños, y empiezan a controlar la vida usando métodos anticonceptivos que ofenden a Dios porque impiden que se desarrolle el regalo de la vida que Dios les da como fruto de su unión sexual. Parece que el hombre y la mujer solo quieren disfrutarse a si mismos y se olvidan de la misión de Dios. Por eso se dice que el primer hijo fue un accidente, porque les fallaron los controles anticonceptivos.

Y a veces rechazan estas criaturitas desde el vientre y si son afortunadas de no ser destruidas por el aborto, vienen a un hogar donde no hay felicidad en sus padres, crecen con problemas psicológicos debido a su rechazo en el vientre materno.

Cuando los hijos crecen viene luego esa gran responsabilidad d e amarles, y ahí fallan muchas parejas porque no le dan la importancia suficiente a sus hijos. Los descuidan, los ignoran, y son la causa de sus problemas presentes y futuros, sentimentales y espirituales.

La familia ideal es un paraíso donde esta papá, mamá y los hijos, donde todos son fuente de amor para los demás. Claro que también hay problemas e imperfecciones, alegrías y sufrimientos, pero allí es donde se edifica la familia con el apoyo, el diálogo, el perdón, el entendimiento y el amor y con esa bendición de Dios que está allí con su gracia sacramental.

Cuando se comete pecado en la familia, empiezan a disminuir las bendiciones de Dios y llega el sufrimiento y la tentación y finalmente la separación.

Se rompe la relación de las parejas, empiezan a sufrir los hijos, en la mayoría de los casos se reemplaza la mujer o el hombre que Dios unió sacramentalmente y se empieza una relación de adulterio que con palabras aceptables a la sociedad se llama unión libre. Pero esto es ante Dios adulterio, pecado mortal, maldición para la familia, ofensa grave en contra de la voluntad de Dios.

Estas reuniones de parejas en unión libre traen hijos al mundo que ante ellos, sus familiares y ante la sociedad son motivo de mucho gozo y así justifican su pecado, pero siguen ofendiendo a Dios y sus hijos no reciben igual bendición que los hijos legítimos, puesto que estos son ilegítimos, el nombre ya no se usa para no ofender y para justificar lo que no debió haber sido, pero ante Dios son bastardos, hijos fuera del matrimonio.

Dice Deuteronomio 23:3 El bastardo no será admitido en la asamblea de Yahvé; ni siquiera en su décima generación será admitido en la asamblea de Yahvé.

Siendo el matrimonio el núcleo de la sociedad, en este momento en la historia se está desintegrando por causa del amor libre, la permisividad, la intolerancia, la rebelión del hombre contra Dios, la búsqueda del placer, y por causa de la irresponsabilidad que existe en la nueva generación.

Antiguamente se hablaba de familias de más de diez niños, ahora si se tienen dos ya es mucho. Con los avances de la tecnología, las parejas rechazan de antemano criaturas enfermas o del sexo que ellos no esperan y así ofenden a Dios con el aborto, con la inseminación artificial, con las madres sustitutas y muchas otras abominaciones que ofenden gravemente a Dios.

Ahora la mentalidad del hombre lo lleva a volverse como Dios, a disponer de los misterios de la vida a su manera irresponsable y desafiante.

En esta cultura de rechazo a la vida, está cayendo la familia, se está mermando la población con el aborto, están sufriendo los niños de familias separadas, están siendo despreciados los ancianos, se está promoviendo la eutanasia, se está evitando la vida, porque el que no sirve estorba.

Que tan ofendido está Dios.

Señor, te pedimos perdón por el estado de la sociedad en este tiempo, te pedimos perdón por haberle quitado valor a la vida. Te pedimos perdón por la carnalidad y la lujuria en que se encuentran los seres humanos que aun desde el matrimonio te ofenden. Te pedimos perdón Señor por el maltrato a los niños, el maltrato a la mujer, el desprecio al Sacramento del Matrimonio, la unión libre y todos los pecados en contra de la vida.

Perdón Señor Jesús por los millones de abortos que se cometen anualmente, creando ríos de sangre inocente que se mezcla con la tuya y le pide venganza a Dios.

Ven Niño Jesus, ven Dios encarnado


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