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Reflexiones espirituales
José Belmore Arias

María Madre de Dios, madre de Jesús, madre nuestraMaría Madre de Dios, madre de Jesús, madre nuestra

María Madre de Dios, madre de Jesús, madre nuestra

María, Madre de Dios, madre de Jesús, madre nuestra

El primer dogma Mariano de la Iglesia nos afirma que María es la Madre de Dios.

La creación más perfecta que Dios hizo fue la Santísima Virgen María. Toda bella, toda pura, toda santa, Inmaculada. La madre de Dios.

Y muchos dirán como puede Dios que es increado tener una madre, la repuesta es que Dios increado unió su naturaleza divina a la naturaleza humana en Jesús, y por consiguiente necesitó tener una madre para poder ser como uno de nosotros, verdadero Dios y verdadero hombre. Si no podemos reconocer a María como madre de Dios, entonces no podríamos decir que Jesús es Dios. Entonces, María es madre de Jesús, Jesús es Dios, María es Madre de Dios.

De la misma manera que un hombre idealiza una mujer en su mente, esperando encontrarla algún día para que sea su esposa, Dios concibió en su mente la mujer perfecta, aquella que desde antes de la creación de la raza humana fue consagrada totalmente para Él. La escogió para que fuese su Madre Santísima, para que fuese su Hija amadísima y para que fuese su esposa adoradísima. Y aparte de esa relación personal entre Dios y la criatura en la unión hipostática, Dios consagró a María para que fuera la madre de todos sus hijos en la Gracia, la nueva creación.

En la visión de un hombre, la mujer ideal es aquella que se asemeja mucho a su madre, aquella que va a ser su compañera, su esposa y la mujer que será la madre de sus hijos.

Dios creó a María con el propósito especial de hacerla su morada celestial, su propio cielo, su deleite por encima de la gloria recibida de todos los ángeles y los santos.

María es una mujer única, tanto que el Protoevangelio la llama la Mujer, Jesús la considera no solo su madre sino también la Mujer y así la llama por este gran nombre “MUJER” cuando ella lo mueve a iniciar su evangelización, a través del primer milagro que ella le pide. Juan 2:4 ¿Mujer, que tiene que ver esto contigo y conmigo?, aun no se ha llegado mi hora. Pero Jesús responde al llamado de su madre (La Mujer) y empieza su ministerio.

Y en Juan 19:26 la llama también mujer, cuando le dice mirando a Juan, “Mujer, ahí está tu hijo”, realmente le dice: Ya cumplimos nuestra misión trayendo la Redención de la humanidad, Yo como Redentor, tú como Corredentora, ahora cumple la misión como Madre de los hijos de Dios.

Esta mujer estaba destinada a ser la Nueva Eva, madre de todos los hijos de Dios en la Gracia, por consiguiente Dios la creo de manera sin igual como la Inmaculada Concepción, el único ser humano que nació libre del pecado original.

Como primicia de la Nueva Creación, María es destinada a ser la nueva casa de Dios en la materia, es decir, Dios siendo espíritu viene a morar en las criaturas, y escoge a María como la primera de todas, haciéndola madre suya, madre de la nueva creación, la Nueva Eva, cuyos hijos serán hijos de Dios. Jesús es el primogénito de Dios y el resto de los hijos de Dios somos nosotros los que en Jesús y María recibimos el poder de ser hijos de Dios, hijos de la Gracia, redimidos del pecado original y destinados a ser purificados en la preciosa sangre de Cristo para obtener la salvación eterna.

María es la mujer perfecta, que con su pequeñez, su humildad, se considera la esclava del Señor y por esto es la hija amadísima de Dios el Padre.
María es la mujer perfecta en cuanto a que siendo libre de la mancha del pecado original es la única mujer digna de ser la madre del Hijo de Dios, el cordero de Dios que quita los pecados del mundo.

María es la mujer escogida por Dios para ser la esposa del Espíritu Santo, por esto el Espíritu Santo toma a María como su esposa y consume la unión hipostática de Dios con la raza humana, uniendo el Espíritu con la materia, cubriéndola con su sombra, haciendo que ella conciba sin intervención humana, solo divina, conservándola virgen, dando como fruto de esta unión la concepción de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.

La unión sexual del matrimonio del hombre y la mujer causa la concepción en la materia, un óvulo femenino y un espermatozoide masculino que forman la unión de los cromosomas que inician la vida humana.

Sin embargo en La Santísima Virgen María ocurre el milagro de una concepción divina que no tiene intervención humana. María aporta su humanidad, Dios aporta su espíritu y así concibe milagrosamente, la fecunda como la Madre del Dios hombre. El misterio de la Encarnación desafía la intelectualidad de los seres humanos, pero es el milagro por el cual Dios se hace hombre.

Bendito y alabado seas Padre Santo porque revelas estos misterios a los humildes y pequeñitos y los escondes de los letrados y aprendidos, si Padre, esto es lo que te complace.

Jesús es Rey, Señor y Padre de toda la raza humana en la Gracia.
Igualmente, María es Reina, Señora y Madre de toda la raza humana en la Gracia.

Jesús es Rey porque no hay ningún ser por encima de Él. Es Señor porque todo le pertenece, todo ha sido creado por Él, para Él y Él decide con su creación lo que le place.

Es Padre porque el concibió todos los seres humanos en su Sagrada Humanidad, por consiguiente es el Nuevo Adán, nuestro Padre Eterno.

La Santísima Trinidad ha concedido grandes privilegios a la Virgen María de acuerdo a su Justicia, pues ha levantado del polvo a la humilde esclava del Señor, la ha vestido de Luz, Majestad y Gloria, la ha adornado con todos sus atributos divinos, la ha llenado de sus perfecciones, la ha coronado como Reina, Señora y Madre de toda la humanidad redimida y creada en la Gracia.

Jesús es Rey, y ha hecho a María su madre, Reina del Cielo y de la tierra; no podría Jesús estar en un trono donde no reina María, pues ella es la madre del Rey, y se presupone su Título Real.

Entonces, la Virgen María participa de ese regalo de la Divinidad de una manera única.

Así como cuando en la tierra un hombre se une a una mujer y los dos se vuelven uno, la fortuna del esposo pasa a ser la fortuna de la esposa. Son uno ante los hombres y aun más, uno en los ojos de Dios, (Mateo 6:10) así en la tierra como en el Cielo.

María tomó parte en la unión hipostática de Dios con el hombre, como esposa del Espíritu Santo Ella es una con Dios, Dios en ella y ella en Dios. Haciendo eco a las palabras de Jesús en Juan diecisiete, versículo veintiuno (Juan 17:21) para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y Yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros.

Dios empieza su unión con el hombre en María, por esto la Virgen María participa de todos los atributos de la divinidad.

María es Reina del Cielo y de todo lo creado, porque la Santísima Trinidad la ha exaltado a su trono, en efecto ella es el Trono de la Santísima Trinidad, la Ciudad Mística de Dios, nuestra madre Sión, la montaña más alta de la tierra santa del pueblo de Dios.

María aportó el cuerpo y la sangre de Cristo, Dios aportó la divinidad, la cual se encarnó en María. María aportó la materia humana para la formación de Cristo en su vientre, Dios aportó el espíritu y así se concibió el cuerpo de Cristo en María sin intervención humana masculina.

Desde el comienzo de su vida, María estaba destinada a ser Corredentora, puesto que la Sangre de Cristo es la misma sangre de María, que fue derramada para el perdón de los pecados.

Cuando recibimos la Sagrada Eucaristía, recibimos realmente el cuerpo y la sangre de Cristo, recibimos realmente el cuerpo y la sangre que donó María para nuestra redención.

Lo único que salva a los seres humanos es la Gracia de Dios. María fue totalmente llena de Gracia durante su Inmaculada Concepción, (Lucas 1:28) recordemos que el ángel la llama llena de Gracia, y María concibió a Jesús (Juan 1:14) lleno de Gracia y Verdad.

La Gracia es el gran favor de Dios para la humanidad, María es la Madre de la Gracia, por eso María es también canal de la Gracia de Dios o sea Medianera de la Gracia, explícitamente no viene al mundo ninguna Gracia sino por María, punto. Tanto que en Génesis 3:15 Dios no le dice a Satanás enviaré a mi hijo para que te aplaste la cabeza, lo que dice es que enviará a la Mujer, y dice de la Santísima Virgen María, Ella te aplastará la cabeza y tu le herirás su talón, (crucifixión, agonía y muerte de Jesús.).

Quiere decir que la Gracia de Dios solo vino al mundo por María, siendo ella la única criatura que no ofendió a Dios con el pecado. Por esto ella es superior a toda la creación angélica, puesto que una tercera parte de los ángeles se rebelaron contra Dios y María sin pecado concebida es superior en santidad a todos los seres humanos, porque todos hemos pecado.

Estando en una posición tan acogida por Dios, María es nuestra intercesora, abogada, defensora y benefactora. Por esta razón permitió Dios que el primer milagro en las bodas de Cana ocurriese a petición de María. Y por esto ella también sostiene el brazo de la Justicia Divina con su Misericordia Maternal.

Así como en la tierra una madre defiende sus hijos a capa y espada, así también, María nuestra madre celestial nos defiende y lucha por nuestra salvación.

Muchos no aceptan a María como Madre de Dios, y tampoco como madre nuestra. Sin embargo desde la caída de Adán y Eva tuvimos la primera buena noticia, el Protoevangelio (Génesis 3:15) que nos habla de esa mujer que le aplastará la cabeza al demonio.

La Virgen María con su santidad, destruyó los planes del demonio dando a luz a Jesús, la Luz del mundo, quien vino a vencer la muerte, el pecado, el demonio, el mundo y la carne.

Y dijo Isabel a su prima María, en Lucas 1:43 ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor? Santa Isabel se llenó del Espíritu Santo con el saludo de María, en ese mismo instante Juan Bautista el bebé dentro del vientre saltó de gozo.

En la visión del Espíritu, Santa Isabel reconoció que la Virgen María no solo iba a ser Madre siendo Virgen, sino que este era un milagro del Espíritu Santo y que la criatura en su vientre era el mismo Dios, Señor suyo y nuestro.

La Virgen María es la madre de Jesús el Hijo de Dios el Padre, es la madre de Dios porque Jesús también es Dios el Hijo. Además Jesús fue concebido en su vientre por obra de Dios el Espíritu Santo.

La unión del Espíritu Santo con María es la unión hipostática de Dios con los hombres, en la cual Dios ejecuta sus diseños divinos en la segunda creación de la humanidad en la Gracia, donde Jesús y María son el Nuevo Adán y la Nueva Eva.

A través de nuestros primeros padres Adán y Eva todos somos hijos del pecado y nacemos con el pecado original.

La Virgen María fue exenta del pecado original por gracia especial de Dios que quería venir a habitar entre los hombres y solo podía llegar a un vientre santo como el de Ella.

La Virgen Santísima es el Tabernáculo de la Divinidad, el trono de la Santísima Trinidad, Madre de Dios y madre de toda la humanidad concebida en la Gracia de Cristo nuestro Salvador.

Como madre de Jesús, fue la madre perfecta que da ejemplo a todas las madres. Como madre nuestra, Jesús la nombró al pie de la cruz como la Nueva Eva, aquella que nos ha concebido en la amargura de su Inmaculado Corazón.

Como madre de Jesús María fue fiel hasta la muerte de su Hijo, el cual ofreció a Dios en el monte Calvario, elevándose así a convertirse en la Madre de la Fe.

Abraham también ofreció su hijo como holocausto, pero en el último momento el ángel le dijo que no hiciera este sacrificio, y de esa manera fue justificado en la Fe y lo llamamos el Padre de la Fe.

La Virgen María fue perfecta en todo, aun hasta entregar a su hijo al Padre Eterno en su sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Esto la reafirmó como Corredentora de toda la humanidad.

En María todos tenemos esta Madre Fiel que nos acompaña durante toda nuestra vida, una abogada ante Dios que nos defiende y nos ayuda a conseguir la Salvación, una madre tierna que no cesa de favorecernos con la Gracia de la cual está llena.

La Virgen María en su afán por conseguir nuestra salvación y sacarnos del pecado, ha venido al mundo a través de apariciones y mensajes dándonos el arma para combatir al demonio, "El Santo Rosario"

Nuestras devociones a la Virgen María nos acercan cada vez más a Jesús, pues ella es como una factoría donde se hacen los santos de Dios.

Santísima Virgen María, Madre Purísima, bendícenos y purifícanos en tu santidad, en tu inocencia, en tu piedad y recogimiento, en tu pureza, en tu humildad, en todas tus virtudes y en tus Santas Lágrimas. Llévanos de tus manos a tu hijo Jesús. Ruega por nosotros los pecadores Madre de Dios, Madre de Jesús, madre nuestra.

María, Madre de Dios, madre de Jesús, madre nuestra



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