4/17/2019
Señor, ya es un nuevo día, un nuevo amanecer para vivir con alegría, contemplando la belleza de la creación, por eso te digo: gracias, Señor.
Hoy quiero poner en tus manos, Señor la experiencia del dolor y de la enfermedad. Son muchos los hermanos y hermanas con dolencias físicas; el encuentro con el dolor es el encuentro con historias humanas íntimas y personales, llenas de lágrimas, miradas atónitas, sorpresa ante tu presencia mi Buen Jesús Eucaristía, ocasión para crecer en la unidad familiar. Dolor que se vive y comparte la familia y los amigos.
Cuando contemplo en cada enfermo tu presencia, de nuevo reconozco tu paso por nuestra historia, por nuestra realidad. Tu pasas, Señor por la noche de nuestro dolor y pasas sanando, liberando, restaurando corazones.
Hoy quiero darte gracias, Señor, porque me ayudas a entender el misterio del dolor y de la enfermedad. Te contemplo a ti en la Cruz y pienso si hay dolor más grande que tu dolor; el dolor que te hemos causado por nuestros pecados.
Señor hay enfermedades que van consumiendo el cuerpo pero cuantas enfermedades van consumiendo nuestra alma. Tu eres el médico de los cuerpos y de las almas.
Pasa Señor por la vida de los enfermos, tocando cada uno de los órganos afectados y restáuralos; pasa tocando corazones y purifícalos.
Quiero, Señor sentirme sano y libre. Hoy declaró en tu nombre por el poder de tu palabra que muchos enfermos, con la fuerza inspiradora de tu amor, se están sanando.
Creo firmemente que el mayor milagro es nuestra vida y al abrir nuestro corazón a ti, Señor, se enciende la esperanza que muchas veces se ha adormecido por el dolor.
Señor, no te pido que me quites este dolor, te pido que transformes mi dolor en esperanza. Te ofrezco mi dolor y la enfermedad por mi familia, por la Iglesia, por la conversión de los pecadores.
Te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María, madre del dolor y de la Esperanza. Amén |
