4/18/2019
Señor, gracias por esta semana que avanza en medio de la fecundidad y la armonía de la creación. Hoy quiero, Señor, sembrar en mi vida la semilla de la reconciliación.
Reconozco, Señor que has venido para derribar el muro que nos separa: el odio. No has venido a acabar con los enemigos sino con la enemistad; nos has enseñado en el evangelio: “ámense los unos a los otros como Yo los he amado” y el gran desafío: “amar a los enemigos”.
Todo Señor quiero entenderlo desde el “arte de amar”. Quiero ser el primero en amar, amar al otro sin reservas, amar a los que me desean el mal, amar perdonando y perdonar amando.
Gracias Señor porque me ayudas a entender el camino de la reconciliación como un camino a través del desierto, que implica purificarme, limpiarme y dejar atrás mis actitudes de hombre viejo. Este camino es un camino de desierto, hacia la plenitud de la comunión; un camino de esperanza que me lleva a reconciliarme conmigo mismo, con la naturaleza, con los otros y con Dios.
Quiero, Señor sentir el abrazo de perdón y amor con tus brazos extendidos en la Cruz. Al reconciliarme, Señor deseo superar el dolor qué hay en mi alma por las ofensas, los resentimientos, rencores y odios que pueda anidar en mi corazón; renuncio a estos actos de maldad y a todo aquello que me esclavice.
Quiero decir con el apóstol Pablo: “todo lo considero perdida con tal de ganar a Cristo”. Al reconciliarme, Señor, contigo y con mis hermanos deseo hacer el esfuerzo de construir una nueva lectura de mi vida y encender en mi ser la llama de la esperanza que nos haga vibrar y vivir con ilusión.
Quiero estar reconciliado para ayudar a reconciliar. Te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María, madre del perdón y la reconciliación. Amén |
