3/30/2019
Señor te ofrezco este nuevo día. Siento en este tiempo de cuaresma una necesidad muy grande de revisar mi vida para darme cuenta de mis debilidades y para reconocer los dones y carismas que me has dado. Señor el profeta Oseas nos muestra cómo tu pueblo escogido, Israel se apartó de La senda de tu amor construyendo otros dioses, pero tu, Señor, con paciencia y bondad de nuevo los querías de regreso. Voy a curarlos de su rebeldía, fue tu respuesta de amor y poéticamente el profeta nos señala como tu, oh Dios, amas a tu pueblo de todo corazón : “seré para Israel como el Rocío, florecerá como azucena, echará raíces como el cedro del Líbano, tendrá la frondosidad y la lozanía del olivo, y la fragancia del Líbano”. Señor, nosotros somos el nuevo pueblo de Israel, tu Iglesia y necesitamos de tu bondad; hoy descubro que necesito ser curado; quiero sentir tu paso por mi vida y sanar mis heridas del pasado, dejar de lado mis idolatrías, para poder dar frutos abundantes. Quiero sentir, Señor, la fragancia de la santidad, la lozanía de la verdad, las raíces del amor y la compasión, el olor a misericordia. Quiero contemplar, Señor, la luz de tu ternura, el fuego ardoroso de tu amor, el esplendor de tu presencia, la fuerza del perdón y el anhelo de la Paz. Ayúdame, Señor a no bajar la guardia y seguir con la frente en alto, superando los obstáculos y luchando sin desfallecer. Comprendo que la vida cristiana es una vida de ascenso a La santidad y que ese camino implica retrocesos y a veces estancamiento, pero si me abandonó en tus manos no retrocederé, podré ir hacia adelante sin mirar atrás, podré construir sin que se derrumben mis sueños; podré soñar sin perder la ilusión de la vida, podré vivir sin dejar de soñar, podré ser fermento, luz para mis hermanos y testigo de tu amor. Todo esto te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, discípula y amiga. Amén |
