4/28/2019
Señor, buenos días; quiero ofrecerte este día dedicado a ti, con todo mi corazón y mi ser, alabándote por todas las bendiciones que me has dado y por la obra maravillosa que estás haciendo en mi.
Hoy, Señor es el día de la misericordia y que lindo poder reconocer que la misericordia triunfa sobre el juicio; que maravilloso saber que la misericordia nos hace compasivos. Hoy quiero poner en tus manos la pobreza, las madres cabezas de familia, los encarcelados; quiero poner en tus manos el dolor por tantos jóvenes que se han suicidado, por las drogas que cobran tantas vidas.
Tanto mal en el mundo, microtrafico, sicariato, narcotrafico, trata de personas. La vida se nos ha complicado; vivimos en medio de un carnaval y de la euforia colectiva sin rumbo, sin esperanza.
En este día de la misericordia, quiero ser Señor dócil y ayudar al necesitado; quiero extender mi mano amiga a quien necesita levantarse de sus caídas; quiero tomar la camilla en el nombre del Señor y asumir mi responsabilidad cristiana y como ciudadano, con alegría.
Señor hoy es seguro que me encontraré con el dolor, la enfermedad, la pobreza, con cientos de rostros tristes y afligidos, con rostros de hombres y mujeres cansados en sus vidas; con rostros golpeados por los problemas; con rostros desdibujados y ajados por la depresión, la soledad y las preocupaciones; es seguro que me encontraré con rostros de profesionales sin rumbo, de ciudadanos indolentes, de servidores públicos insensibles, también me encontraré con rostros rejuvenecidos por el amor, rostros sintonizando con la cruz, rostros restaurados por el perdón, rostros alegres y llenos de esperanza, rostros enamorados de ti y de la vida, rostros que nos interpelan y rostros resplandecientes.
Gracias Señor. Todo esto lo dejo en tus manos a ejemplo de María Santísima que nos recuerda en las bodas de Cana de Galilea: “hagan lo que El les diga”. Queremos hacer tu santa voluntad. Amén |
