5/9/2019
Señor, que lindo es comenzar un nuevo día en tu presencia sintiendo tu gracia y la fuerza de tu amor. Sabes? Obedeciendo tu mandato de: “vayan por todo el Mundo y prediquen el evangelio”, hemos asumido el gran desafío de callejear la fe.
Cuanta sed de ti y cuánto anhelo de paz, de justicia, de amor en nuestros fieles. Hemos podido reconocer muchos rostros pero sobre todo hemos sentido tu amor en nuestra vida. Que maravilla Señor.
Sentimos en el corazón de nuestros hermanos el palpitar vibrando con su fe. Que grande es la fe de nuestro pueblo. También descubrimos mucho dolor, a veces sensación de desánimo pero también ímpetu de esperanza. Señor, hay anhelo de paz y alegría en los rostros por tu visita, por tu presencia, por el anuncio de la Buena Nueva. Que linda experiencia la que hemos vivido, el encuentro con la ternura y el encuentro con el dolor; el encuentro con la enfermedad y el encuentro con la vida.
Cada rincón recorrido en cada casa y cada rincón recorrido en barrios y veredas, es una gracia y bendición; cada gota de agua nos recuerda el valor de nuestro bautismo y la inmensidad de tu amor; nos impulsa a la pureza y nos purifica de nuestras fragilidades.
Cada gota de agua esparcida en la familia, la comunidad y los vecindarios, se convierte en fuente de vida y en pozo para saciar la sed: sed de amor, sed de perdón, sed de reconciliación, sed de bondad. Y estas bendiciones unen nuestras familias, fortalecen el amor de papa y mamá, acrecienta la confianza entre padres e hijos, conecta la tierra con el cielo y rejuvenece el espíritu.
Danos Señor el calor de tu amor e inspíranos el deseo de vivir intensamente sin mirar atrás y construyendo el presente con ardor. Señor danos el valor para la lucha y la alegría de ser los discípulos misioneros, testigos que el mundo y la Iglesia necesitan. Te lo pedimos por intercesión de la Santísima Virgen María, madre y abogada nuestra. Amén |
